La nueva línea directa entre Washington y Bruselas
Biden logra que los 27 aborden las tensiones con China o Rusia pero vuela a Suiza sin comparecer junto a Von der Leyen y Michel
Cuando un largo matrimonio atraviesa una dura crisis es necesario renovar los votos para demostrar que el vínculo sigue adelante, pese a los sinsabores cotidianos. Bruselas y Washington escenificaron ayer la vuelta a la normalidad después de los traumáticos años de Donald Trump. «Nosotros, los líderes de la UE y EE UU nos hemos encontrado hoy para renovar nuestro partenariado transtatlántico, establecer una agenda conjunta para la etapa post-pandemia y comprometernos a un diálogo regular para analizar los progresos», afirma la declaración conjunta difundida ayer tras el encuentro en Bruselas entre el presidente de EE UU, Joe Biden, con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y el presidente del Consejo, Charles Michel. Bruselas y Washington juntos en la salud y en la enfermedad, a pesar de que la traca final quedase algo deslucida ya que, por motivos desconocidos, Biden decidió subirse en el Air Force
One rumbo a Ginebra (Suiza) para encontrarse con Vladimir Putin durante la jornada de hoy, sin comparecer en rueda de prensa conjunta con Michel y Von der Leyen.
Aunque este nuevo comienzo supone volver a los principios tradicionales de la política estadounidense tras la II Guerra Mundial, el mundo de ayer no es el de hoy ni el del futuro. Por eso, en la declaración se mencionan nuevos desafíos como el cambio climático, la recuperación económica tras el coronavirus, la cooperación tecnológica o conseguir un mundo más seguro y pacífico.
Si Trump puso en cuestión y entró como una cacharrería en las instituciones multilaterales vigentes desde la post- guerra, Washington y Bruselas reconocen ahora que es necesaria su reforma y prometen hacerla juntos. «Estamos comprometidos a mantener las normas basadas en el orden internacional con Naciones Unidas como fundamento, revitalizar y reformar las instituciones multilaterales cuando sea necesario y cooperar con aquellos que comparten estos objetivos», reza el documento. Entre los organismos que necesitan un alicatado se encuentran la OMS y el sistema de arbitraje de la OMC. Además, tal y como se había anunciado las dos partes se alían frente a China para una investigación «sin interferencias» sobre el origen del coronavirus. La gran obsesión de Biden no sólo ha sido proclamar a los cuatro vientos que «América ha vuelto» sino también conseguir que los socios europeos apoyen a EE UU en su contienda con Pekín, en lo que tiene visos de convertirse en la Guerra Fría del siglo XXI. Algunas capitales mantienen reticencias a la hora de embarcarse en esta empresa. En el comunicado, aseguran que la colaboración frente al gigante asiático contiene elementos de «cooperación, competición y rivalidad sistémica».
A pesar de la nueva luna de miel, no hay rosas sin espinas. El documento pasa de largo en algunos temas que dividen a los socios como la liberación de las patentes para hacer accesibles las vacunas (una iniciativa defendida por Biden en un giro repentino y sin consultarlo a los socios europeos) o una tasa al carbono con el objetivo de imponer aranceles a aquellos países que no respeten los objetivos climáticos. Una iniciativa que despierta reticencias en EE UU a pesar de la vuelta al Acuerdo de París.