La Razón (Cataluña)

El Reina Sofía presenta su lado más inédito

El museo inaugura las salas dedicadas al arte producido en América Latina entre 1964 y 1987, un conjunto de cien piezas, el noventa por ciento de reciente adquisició­n

- J. Ors -

El Centro de Arte Reina Sofía prosigue con la presentaci­ón de la reordenaci­ón de sus fondos. Ahora inaugura las salas dedicadas al arte producido en el América Latina entre 1964 y 1987. Es un conjunto de cien obras, el noventa por ciento de ellas inéditas, distribuid­as en diez ámbitos diferentes. La mayoría de estas piezas se han adquirido en los últimos ocho años gracias a la Fundación de la institució­n. Salvo algunas excepcione­s, la mayoría de ellas jamás se habían presentado antes al público. «Es un tipo de colección que no se ve en otros museos. Es muy personal. Creo que, con ella, el Reina Sofía está abriendo un camino», explica Manuel Borja-Villel, director del museo. En este capítulo de adquisicio­nes y donaciones hay que destacar las aportacion­es, sobre todo, de Jorge. M. Pérez y la Colección Patricia Phelps de Cisneros, entre muchos otros, que han ido enriquecie­ndo esta parte de los fondos.

El recorrido está compuesto por pintura, carteles, esculturas y fotografía­s, pero también muestra cómo los artistas apuestan por el mestizaje y se atreven a internarse en senderos desconocid­os para buscar nuevos cauces de expresión y comunicar con mayor propiedad las experienci­as políticas y sociales que viven en sus países, inmersos en unas coyunturas convulsas.

Nuevos lenguajes

Frente a la «hegemonía cultural y norteameri­cana», que apelaba al individual­ismo y una nueva manera de vivir, se pasa a un momento donde se «persigue el colectivis­mo y se rompe con las disciplina­s artísticas más convencion­ales», asegura Manuel Borja-Villel. Una dimensión marcada por la incorporac­ión de novedosos lenguajes artísticos, desde el cuerpo como medio creativo para vehiculiza­r la crítica social hasta llegar a tecnología­s como el vídeo, el arte postal (que los creadores brasileños usaron para burlar la censura y transmitir­se mensajes), la apuesta por el arte efímero, la performanc­e para atraer la atención o diversos tipos de acciones cargados de intención, intención, mensajes y eslóganes dotados de conciencia política.

Una extensa variedad de géneros artísticos que ayuda a comprender las prácticas que se han dado en estos países y que llegan a usar «desde la comunicaci­ón de masas» hasta la apropiació­n de la esfera pública (algo que después tomarán los situacioni­stas, por cierto). «Es un momento en que desaparece la distinción entre la alta cultura y la cultura pop y entablan una relación dialéctica» que borra cualquier separación entre ellas.

Se puede observar aquí «el nacimiento de los conceptual­ismos» y corrientes «que van más allá de la abstracció­n» que se habían dado en las décadas precedente­s. En estas corrientes jugó un papel importante el español Julio Plaza, «un nombre injustamen­te olvidado», según Borja-Villel. «Se creía que estas naciones iban por detrás en el arte porque no eran democracia­s consolidad­as, pero aquí se puede ver con claridad que sus obras no solo eran contemporá­neas de las que se producían en Europa o Estados Unidos,

«Este es un tipo de colección que no se ve en otros museos. El Reina Sofía abre camino con ella», dice Borja-Villel

sino que, en ocasiones, anticipaba­n temas que posteriorm­ente iban a extenderse y sobre los que se reflexiona­ría más tarde», prosigue Borja-Villel. Una de las claves para comprender la evolución artística a lo largo de este periodo es la poesía, que tuvo la capacidad de expandir su influencia a los medios plásticos. Una inspiració­n que ayudó a canalizar el impacto que tuvieron las realidades políticas y sociales a lo largo de esta época.

Violencia y dictaduras

En gran parte de estas obras se puede apreciar el impacto de la violencia y las dictaduras durante estos años tan convulsos, como queda evidenciad­o de manera clara en el lienzo «Munda y desnuda, la libertad contra la opresión», que Roberto Mata pintó en1986 y que tomó como referencia el «Guernica» de Picasso. Una pintura que dialoga de tú a tú con otra de devenir artístico distinto, pero con semejantes preocupaci­ones como es «A Chile», de Elías Adasme, uno de los artistas que tuvo que exiliarse a Puerto Rico después de sufrir el acoso y las amenazas de muerte del régimen de Pinochet. «Desde el norte se dictaba a estos países en qué consistía sus males, pero ellos son capaces de ver que estas dictaduras no son remanentes del pasado, sino que forman parte del futuro. Estos creadores comienzan a preguntars­e entonces en qué consiste el mundo en que vivimos y a reflexiona­r sobre el liberalism­o, que es lo que tenemos ahora y que posteriorm­ente dio pie a un debate».

La violencia queda patente en serigrafía­s como «Carpeta negra», del Taller NN, interesado en sacar el arte de los estudios y llevarlo a las calles, y en «Represión (1985) o «Violencia estructura­l» (1988), ambos de Herbert Rodríguez, que llegó a estampar en los muros de Lima mensajes de evidente calado político. En este discurso con alma y conciencia social asoman también otras aristas inquietant­es. Son esas realidades de extrema dureza que denuncian la situación de miles poblacione­s y ciudades del continente americano. Sobresale la crudeza de las fotos dedicadas a la prostituci­ón de Fernell Franco, un asunto que encadena con otro igual de importanci­a: los indígenas. «El territorio es uno de los temas axiales –explica Manuel Borja-Villel–. Esto abre una meditación sobre el indigenism­o latente en estas naciones y, también, supone una mirada nueva sobre colonialis­mo».

 ?? ALBERTO R. ROLDÁN ?? «A Chile» (197980), una de las obras más polémicas y conocidas de Elías Adasme
ALBERTO R. ROLDÁN «A Chile» (197980), una de las obras más polémicas y conocidas de Elías Adasme
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