Úrsula, qué estás haciendo
Las siguientes partidas deben recibir el visto de los ministros de Economía y Finanzas de los Estados miembros
Visto lo visto, y por resumir, «los primeros dineros» todavía tardarán un tiempo en llegar a sus destinatarios
Hay una jota castellana que lleva por título «La Melitona», cuyo estribillo viene muy a cuento de lo que está pasando estos días con los hechos protagonizados por la Comisión Europea y su presidenta, Úrsula von der Leyen. El estribillo de la canción reza así: «Úrsula, que estás haciendo tanto tiempo en la cocina…., que te estamos esperando». Por fin, ayer Bruselas dio luz verde a los planes de recuperación que han presentado España y Portugal. Esto ha sucedido cuando se van a cumplir casi once meses desde que los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) aprobaron el llamado Fondo de Recuperación, dotado con 750.000 millones de euros, destinados a hacer frente a la crisis provocado por la pandemia. Evidentemente, lo que ha pasado en casi un año que ha transcurrido desde la segunda quincena de julio de 2020 no es responsabilidad de la Comisión Europea, ni mucho menos, porque por medio han estado también el Consejo de Ministros, la Cumbre Europea y el Parlamento Europeo. Pero bien se podría decir que «entre todos la mataron y ella sola se murió», ya que uno de los principales objetivos que se habían fijado es que el dinero estuviese disponible de forma muy rápida, y así se vendió. Queda claro que esto no se ha conseguido, porque once meses después el dinero no ha llegado y todavía tardará un «poco-mucho». De momento, esos planes deben recibir el visto bueno de los ministros de Economía y Finanzas de los Estados miembros y, luego, Bruselas deberá librar la primera partida de «la pasta».
Si el retraso en la aprobación es el primer punto a tener en cuenta, el segundo es que el dinero que finalmente llegue a España –en principio entre 140.000 y 150.000 millones de euros entre subvenciones a fondo perdido y préstamos que se deberán devolver– no está seguro, ni mucho menos, porque habrá condiciones. Unas consistirán en las reformas económicas que plantea la Comisión Europea presidida por Úrsula. Otras se derivan de los propios
mecanismos de control comunitarios. Como primer paso está la aprobación del Plan de Recuperación; el segundo es la ejecución del mismo y el tercero es que Bruselas conceda su visto bueno a esta ejecución. España podría «torear» a los encargados del control por parte de la Comisión, pero esta, a su vez, se encontrará vigilada por los Estados miembros, especialmente aquellos los frugales, a los que yoprefierodenominardel«puño cerrado», con Holanda, Suecia, Dinamarca o Bélgica entre ellos, que pueden paralizar durante unos meses todo el proceso, según consta en el acuerdo alcanzado en su día. ¡Cuidado con este segundo punto que se debe tener muy en cuenta!
Y el tercer punto es lo que yo llamo la «negociación hispanoespañola». Bruselas conocerá en qué consiste el Plan enviado por Sánchez, pero, aquí, la verdad es que a nivel de las comunidades autónomas, de empresas, tanto grandes como pequeñas y medianas, y a pie de
calle, sabemos muy poco del mismo. Ayer dijo Sánchez que convocará la Conferencia de presidentes autonómicos antes de agosto, para hablar con las comunidades de los fondos. Y añadió que estas últimas y los Ayuntamientos serán «protagonistas». Y lo destacó ante los periodistas en una comparecencia junto a Von der Leyen. Visto lo visto, y por resumir, «los primeros dineros» todavía tardarán un tiempo en llegar a sus destinatarios. Si Úrsula, en representación de las Instituciones comunitarias, ha estado mucho tiempo en la cocina preparando el guiso, Sánchez, acompañado de su cocinero en jefe, Iván Redondo, también se va a tomar su tiempo para guisar la aplicación del plan en España. ¡Miedo me dan los dos cocineros monclovitas!