Las habilidades no cognitivas, cada vez más importantes en la educación
Las habilidades no cognitivas como la perseverancia, resiliencia, determinación, capacidad de autorregulación, atención, concentración, se pueden moldear a lo largo de la vida adulta. Estas habilidades mejoran el desarrollo cognitivo, emocional y social, siendo las intervenciones educativas más tempranas las que mejor rendimiento producen a lo largo del tiempo, tanto en el bienestar individual y social, como en el progreso de los indicadores de salud, ejercicio de una ciudadanía democrática y generación de mejores perspectivas laborales. Por ello, las edades tempranas deben ser objeto de acción en el diseño y puesta en práctica de políticas educativas que sienten los pilares sobre los que se construya la arquitectura del desarrollo de la personalidad del individuo. James
Heckman, premio Nobel de Economía en el año 2000, llegó a la conclusión de que invertir en los primeros años de vida de los niños y niñas es más eficiente. Este investigador estadounidense ha puesto de manifiesto evidencia en la psicología, en la economía y en las neurociencias que demuestran la importancia de esos primeros años de vida y lo relevante de las habilidades que explican muchos procesos del desarrollo humano. Las habilidades generan habilidades, la motivación crea motivación y los niños y niñas con habilidades y motivados tendrán una mayor probabilidad de aprender. Elogiar a los niños y niñas por el trabajo bien hecho y no por ser inteligentes les convence de la importancia de estudiar y esforzarse.
Trabajar la autorregulación en educación infantil ayuda a manejar las emociones, controlar los impulsos, resolver conflictos. La autorregulación es comportarse en la forma en la que queremos comportarnos, que el miedo, el enfado o la ansiedad no se apoderen de nosotros. «La motivación, la cooperación y la capacidad de seguir normas de comportamiento están mostrándose cada vez más relevantes en los resultados académicos tanto presentes como futuros» (Levin, 2012).