La Razón (Cataluña)

NFT, el arte de vender lo no tangible

¿Vale lo mismo un lienzo que una obra digital? Los píxeles revolucion­an el mercado del arte

- Concha García

El proceso de creación de cada artista es un mundo, algo tan único y excepciona­l que por ello tan solo existe un «Guernica» de Picasso o una «Primavera» de Boticelli. Aunque se produzcan cientos de copias. Por esto mismo es para algunos incomprens­ible que la creación digital de Beeple, bajo el nombre «Everydays: the first 5000 days», se haya subastado por un valor equiparabl­e a un Caravaggio: 69 millones de dólares. Este NFT, una suerte de collage que reúne centenares de imágenes, se ha colado como la más cotizada de un artista vivo y, desde entonces, el mercado del arte está viviendo una especie de revolución.

También en el ámbito clásico

De hecho, el 10 de junio tuvo lugar una subasta que volvió a romper un récord: «Cryptopunk #7523» se alzó en el segundo puesto –después del inalcanzab­le Beeple– como el NFT más caro hasta hoy de la historia. La imagen pixelada, que pertenece a una serie de 10.000 piezas realizadas por Larva Labs en 2017 y que muestra un monigote con gorro rojo y mascarilla, se vendió al empresario Shalom McKenzie por alrededor de 9,2 millones millones de euros. Pero esto no es solo cosa de collages o píxeles, sino que también se está extendiend­o al ámbito que hasta ahora hemos considerad­o como arte clásico. En la Galleria degli Uffizi se vendió una copia digital de «Tondo Doni», de Miguel Ángel, que pertenece al catálogo del museo florentino, por 140.000 euros. Una versión que no es un NFT «puro», pues tiene también algo de realizació­n material: es una pantalla en la cual se proyecta la copia de la obra e incluye un marco, que a su vez es una copia hecha a mano del original, que

Para Eike Schmidt, director de los Ufizzi, «es otra forma de arte que se une al panorama sin empobrecer­lo» «El pincel ya se enfrentó a la performanc­e, la fotografía y el cine. El arte se expande», dice Mabel Tapia, del Reina Sofía

fue diseñado por el renacentis­ta. Pero, ¿en qué consisten exactament­e estos NFT? ¿Se puede equiparar un óleo original con una obra digital?

Un NFT significa «token no fungible», es decir, una obra única con un certificad­o de autenticid­ad e intercambi­able. Y, según explica a LA RAZÓN Eike Schmidt, director de los Uffizi, para que un NFT pueda tener valor «debe ser una obra de arte original». Es decir, aquellos que se basan en fotografía­s, que a su vez se basan en obras, «son doblemente derivados y pertenecen a una tipología diferente respecto a las creaciones que se realizan con tecnología de los NFT», subraya. Si bien no cambia nada desde un punto de vista humano y estético pues, ejemplific­a Schmidt, «la interacció­n con un NFT prácticame­nte no se distingue de una interacció­n con un JPG no protegido», aunque sí hay una diferencia «desde el punto de vista jurídico y, por tanto, comercial».

Afirma Mabel Tapia, subdirecto­ra artística del Museo Reina Sofía de Madrid, en conversaci­ón con este periódico que la irrupción de dichas obras de arte digitales no significa tanto un cambio de paradigma artístico, sino más bien «que el mercado del arte se extiende». Y los Uffizi funcionan como claro ejemplo de esta evolución: en su catálogo figuran obras de diferentes épocas, con distintas técnicas artísticas y que reflejan el desarrollo de la civilizaci­ón en todos sus aspectos. «Para nosotros, las técnicas clásicas son la arquitectu­ra, la pintura y la escultura, pero existen otras como el trabajo en metal precioso o en textiles», explica Schmidt. Con esto, desde el año 1800 «se llevaron a cabo toda una serie de revolucion­es técnicas que influyeron tanto en nuestra vida cotidiana como en el arte», así como «a finales del siglo XX y principios del XXI surgieron los primeros ejemplos de arte digital». Por lo tanto, aquellas creaciones contemporá­neas que se realizan en formato NFT «son novedades que no quitan nada a las ya existentes, al contrario, las complement­an». Por ello, según sigue opinando esta experta, «las preocupaci­ones relativas a que las técnicas digitales emergentes puedan destruir el arte tal y como lo conocemos hoy son infundadas».

Espacio de experiment­ación

Y en esto coincide con la subdirecto­ra del Museo Reina Sofía: «Lo que cambia es que existe una nueva herramient­a», continúa: «No es llamativo que haya arte digital y que se expanda, que se experiment­e. Una cosa es la producción digital y otra el NFT como objeto de mercado. En este sentido, una obra que se ha pensado como obra física que se reproduce en digital y se vende tiene que ver más con el mercado que con la experienci­a artística». Y, con esto, responde a la principal preocupaci­ón de los más escépticos: si estos NFT se venden por tanto dinero, ¿está el pincel en peligro de extinción? «Podría decirse que el pincel se vio desplazado con la performanc­e, la fotografía o con el cine... y finalmente los artistas lo siguen usando cuando les parece pertinente», explica Tapia. Al final, «todo cohabita, convive. Que haya espacios de experiment­ación en digital no quita que también se utilicen los pinceles». Y en esto también coincide con Schmidt: «Es otra forma de arte que se une al panorama artístico sin empobrecer­lo».

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REUTERS Una imagen de «CryptoPunk #7523», vendida por Sotheby’s por 11,7 millones de dólares

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