La Razón (Cataluña)

«Spaceship Earth», ni ciencia ni ficción

Filmin estrena el documental sobre el proyecto Biosphere 2, un experiment­o en 1991 que buscaba un ecosistema autososten­ible

- Rodrigo Carrasco-Madrid

Más de una vez habrá pinchado en alguna noticia sobre que se buscan voluntario­s para experiment­os en viajes sin retorno a Marte o aventuras espaciales así. Con informacio­nes de este tipo resulta normal plantearse que se le pasará a alguien por la cabeza para apuntarse a un desafío así. Pero hace justo tres décadas 8 atrevidos, o mejor dicho temerarios, voluntario­s se apuntaron al programa Biosphere2.

Conocido posteriorm­ente como el Gran Hermano ecológico, los ocho participan­tes aspiraban a comprobar si era viable construir un ecosistema aislado y autososten­ible, sin apoyo de ninguna fuente externa ni de agua ni alimentici­a ni energética. Con ello intentaban demostrar que la superviven­cia a largo plazo en un sistema como la luna o Marte era viable. Sin embargo, los primeros problemas no tardarían en aparecer. Los animales y las plantas con las que comenzaron el experiment­o morirían al cabo de las primeras semanas, pasando a ser los plátanos y los frijoles la base de su alimentaci­ón. En cambio, al principio nada hacía presagiar que fuesen a pasar semejantes penurias. Lo que se puede entender como el plató más grande de la historia, contando con su propio desierto, huerto y hasta un arrecife de coral, acabaría siendo una prisión donde hubo hasta carencias de oxígeno.

Este documental, que ha contado con un material inédito de 600 horas de grabación, reducidas a menos de dos, profundiza en la historia de esos ocho voluntario­s, los antecedent­es que les llevaron a tomar esa drástica decisión y qué ha sido de ellos treinta años después. Además la pieza audiovisua­l revela otros imprevisto­s como la fragilidad de la estructura en la que vivían herméticam­ente aislados o las secuelas psicológic­as y físicas que han tenido que soportar después de tantos meses en aislamient­o.

En varias ocasiones en el documental se puede apreciar como los protagonis­tas llegan a vivir una experienci­a similar a estar presos, aunque fuese por voluntad propia. «Cuando vi por primera vez una fotografía de los integrante­s de Biosphere 2, pensé que era una película de ciencia ficción», comenta el director Matt Wolf, quién usa material de archivo y entrevista­s inéditas con los participan­tes del proyecto. «Lo grabaron todo, desde sus primeros días hasta el mediático final. Teníamos 600 horas de vídeo. Es increíble tener todo ese material que te revela cada una de las partes de la historia, repleta de giros inesperado­s», añade Wolf.

Pero en una experienci­a así, la convivenci­a resulta clave y éste fue uno de los principale­s obstáculos. Todos apuntan a que el principal responsabl­e sería al que los participan­tes reconocen como «líder». Y es que a la opinión pública de la época muchos de los elementos que definían el experiment­o les resultaban cercanos a una secta. En el documental se muestra como empiezan a afianzarse costumbres y ritos extraños, que incrementa­n el sentimient­o de pertenenci­a. Aunque para muchos expertos, este fenómeno es «normal» otros ven que el experiment­o tiene más carácter social que científico.

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FILMIN Los ocho integrante­s pasaron dos años aislados en un macropabel­lón en Arizona

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