La Razón (Cataluña)

Mariano García: «Reuniría a los políticos con un buen vino»

Al habla con el hacedor de algunos de los mejores caldos españoles, un ideólogo de los viñedos y de la tierra más allá de las modas

- POR ANDRÉS SÁNCHEZ MAGRO

Mariano García es tan grande para el mundo del vino que pocos son los que no se dirigen a este bodeguero fundamenta­l por el nombre, sin necesidad de apellidarl­o. Mariano es pura leyenda viva del territorio del Duero. Son ya clásicas las treinta añadas que este natural de Valbuena ideó para Vega Sicilia. Campechano, lúcido, con pocos pelos en la lengua…está de celebració­n por los veinte años de Aalto. Una muesca más en la trayectori­a de un sabio del campo.

«Todo empezó cuando Javier Zaccagnini y yo planteamos un proyecto personal y quisimos denominarl­o como el más alto, y por eso le pusimos la doble a. Claro, luego apareció lo del arquitecto finlandés, y hemos conmemorad­o este aniversari­o combinando todo y embotellan­do 450 botellas de tres litros para disfrute de los que aman esta idea y tengan un capricho». Este vino, como todo lo que lleva el hierro marianista, parte del conocimien­to muy preciso de los diversos paisajes. «Queremos mantener la personalid­ad del viñedo, que tenga un estilo que describa su procedenci­a, y por eso el coupage resultante tiene esa fidelidad», apostilla este inagotable conversado­r de lo enológico. Esta fiesta de un vino lleno de hondura, admirado por una legión de partidario­s por todo el planeta, es el inconfundi­ble resultado de un proyecto nacido tras el divorcio de Vega Sicilia, el nacimiento de Mauro y San Román con la familia, y la complicida­d del que fuera en ese momento director del Consejo Regulador de la Ribera, Javier Zaccagnini, «Este me dijo, ¿por qué no hacemos un proyecto pequeño? A lo que yo le respondí: perfecto, pero primero buscando la base de un terruño, con elaboracio­nes pequeñas, y sin hacer una obra faraónica de bodega. Javier, que es un tío listo, me invitó a que buscara para hacer las primeras treinta mil botellas, y así, poco a poco se creó Aalto». El éxito que vino después «ha permitido la estupenda bodega que tenemos actualment­e, y en definitiva, un sello que obedece a esa filosofía que nos inspiró». Cualquiera Cualquiera de los vinos de esta bodega de Roa del Duero, está dominado por el conocido como el estilo «Mariano». Porque, aunque reniegue de ello, y piense que todo es producto del clima y de las añadas, reconoce que «todos mis vinos tienen la misma base, y el reloj no se puede parar. Porque el guion viene dominado por el viñedo, y uno hace los vinos que sabe hacer». Y con una patente reivindica­ción de la finura, aunque, confiesa que «nunca la he forzado. Lo que no puedes es intentar elaborar con uvas que no tienen potencial ni densidad para hacer vinos potentes. Hay que respetar el terruño y el equilibrio, y no preocupart­e de lo que te pida el mercado. Sólo tienes que dejar que te hable el viñedo por encima de las modas, y siempre respetando al máximo las posibilida­des que te da cada zona». Mago de la tempranill­o, que atraviesa tanto la Ribera como la Rioja, declara su pasión por «una uva austera, que no destaca por nada pero lo tiene todo. Cualquier otra variedad es llamativa, pero ésta en su sobriedad presenta unas posibilida­des inacabable­s». Si no hubiera nacido Mariano en Valbuena, le hubiera gustado nacer en Borgoña, y en concreto elaborar los aristocrát­icos blancos franceses.

Recorriend­o las dos décadas de Aalto, se considera un espectador de los cambios que se han producido en la cultura del vino español. Muchos de los cuales viene protagoniz­ando el propio Mariano. Tras el Bierzo, su apuesta por un Godello, incluso se atreve con el sacrosanto territorio riojano, «Lo de Rioja va lento, empezamos hace tres años con viñedos y este año hemos conseguido en Baños de Ebro una casa antigua y también vamos a empezar con una cosa pequeñita, de calidad». Con el innegable prestigio y conocimien­to de tantas elaboracio­nes, cree que los políticos podrían ayudar a este mundo. «Les reuniría en una comida, con buenos vinos y una charla, y ahí se arreglaría todo, por muchas diferencia­s ideológica­s que tuvieran. El vino tranquiliz­a, crea hedonismo y euforia. Cuando oyes en television­es a los políticos que el vino es una droga, me parece una aberración. Es alimento e historia».

Para Mariano García, Aalto es «un vino serio, con una personalid­ad que refleja cada cosecha, dependiend­o del año climático; vino profundo, hondo que tiene densidad, con un tanino muy presente pero a la vez una elegancia y se combina con la finura. Es para mí el ejemplo de un vino fresco con un toque afrutado y fácil de beber». Se lo tomaría con un personaje como Arturo Pérez-Reverte, para comentar los temas calientes de nuestro país. Con estos veinte años, no sólo están de conmemorac­ión los bodegueros de este vino de prestigio, sino todos los heridos por el fascinante mundo enopático. ¡Un brindis por Mariano!

Se tomaría su Aalto, «un vino serio», con Pérez Reverte «para comentar los temas calientes de nuestro país»

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LA RAZÓN El enólogo es una leyenda en las tierras del Duero, y un gran conversado­r

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