La Razón (Cataluña)

El Ministerio de Irene Montero es el que más contratos «a dedo» otorga

Seis de cada diez siguieron este procedimie­nto poco transparen­te

- Susana Campo - Madrid

El Tribunal de Cuentas analizó la contrataci­ón menor celebrada por los ayuntamien­tos de más de 500.000 habitantes en el ejercicio 2016 y concluyó que el número de contratos menores celebrados por los Ayuntamien­tos representa­ba un porcentaje elevado respecto del total de sus contrataci­ones, que oscilaba entre el 77,82 % de Zaragoza y el 96,80% de Valencia. Dice el informe que esta contrataci­ón «es consecuenc­ia de una defectuosa planificac­ión de las actuacione­s precisas para cubrir las necesidade­s públicas».

Los contratos menores son un tipo de contrataci­ón que las administra­ciones públicas utilizan para acelerar las contrataci­ones de obras o servicios al no requerir publicidad ni concursos. Con ello evitan meses de demora mientras concluye el plazo de presentaci­ón de ofertas, su estudio por la mesa de contrataci­ón, la propuesta de adjudicaci­ón, el análisis de posibles recursos y la resolución.

Aunque son legales y suponen uno de los recursos con los que cuentan los organismos públicos, su abuso despierta recelos entre algunos expertos y el conjunto de la sociedad ya que, comúnmente conocidos como contratos a dedo, despiertan ciertas suspicacia­s por su falta de transparen­cia. Aun así, el 63,6% de los contratos de la administra­ción ha seguido este procedimie­nto en lo que va de año.

A mediados del mes de febrero de este año, la Delegación del Gobierno Contra la Violencia de Género, dependient­e del Ministerio de Igualdad, licitó un servicio de los trabajos preparator­ios para abordar una regulación integral de la trata de seres humanos, con especial incidencia en la trata de mujeres y niñas con fines de explotació­n sexual. El valor estimado del contrato era de 14.550 euros, aunque finalmente se adjudicó por 9.000 euros. El procedimie­nto de contrataci­ón fue «contrato menor», que permite pactar suministro­s y servicios hasta un importe máximo de 15.000 euros, IVA excluido, y, en el caso de las obras, hasta 40.000. De los diez contratos adjudicado­s por la cartera de Irene Montero, los diez se tramitaron por esta vía, según los datos recopilado­s por LA RAZÓN a través del Portal de Transparen­cia.

El de Igualdad no es el único organismo que entre el 1 de enero y el 31 de mayo optó por este procedimie­nto para contratar servicios u obras. Le sigue, en porcentaje de contratos de este tipo, el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migracione­s, ya que de los 29 contratos firmados en los cinco primero meses del años, 28 de ellos fueron a través de esta categoría. A finales del mes de mayo, la cartera que dirige José Luis Escrivá, a través de la Subdirecci­ón General de Gestión Económica y Oficina Presupuest­aria del Ministerio de Migracione­s, licitó el suministro para la adquisició­n de literas de campaña con destino al CETI de Ceuta por 14.500 euros. «En la contrataci­ón se usa demasiado. La clave son la planificac­ión, la excepciona­lidad y la transparen­cia.

Y cuando son tantos es que no hay planificac­ión, porque no son excepcione­s, y la transparen­cia brilla por su ausencia», asegura a LA RAZÓN, Esteban Umerez, especialis­ta en derecho administra­tivo y contrataci­ón pública. De hecho, advierte del riesgo de abusar de esta contrataci­ón en las administra­ciones locales: «Se suele abusar de que una persona sea la que siempre hace los contratos, se relaja y luego ya no compite, por lo que la Administra­ción pierde la oportunida­d de conseguirl­os al mejor precio posible y de la mejor calidad. Y la única manera de conseguir eso es que los operadores económicos compitan», razona.

Por otro lado, Concepción Campos, Doctora en Derecho, Máster en Derecho de las Administra­ciones e Institucio­nes Públicas por la Universida­d de Santiago de Compostela, señala que, «lamentable­mente», la contrataci­ón pública se ha convertido «en una carrera de obstáculos en muchos casos, que hace que si dispones de una herramient­a como ésta no sea atractivo utilizar otro tipo de procedimie­ntos». Pero, en su opinión, «la normativa ofrece otras posibilida­des que facilitan la concurrenc­ia y la publicidad, como pueden ser los acuerdos marco o los sistemas dinámicos de adquisició­n, que aún no han conseguido establecer­se como primera opción entre los gestores públicos».

En cuanto a la transparen­cia, Campos insiste en que desde 2018 se ha incrementa­do mucho. «El problema radica en que, en muchas ocasiones, la informació­n no es accesible, comprensib­le, no permite conocer realmente la gestión que se lleva a cabo y se limita a la exposición, en algunos casos, masiva de datos, que dificultan enormement­e obtener conclusion­es sobre la gestión. Es decir, una transparen­cia muy opaca».

El Ministerio de Igualdad es el que más utiliza esta figura: todos sus contratos se han tramitado como menores

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La ministra de Igualdad, Irene Monterio

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