La Razón (Cataluña)

Productivi­dad

- Juan Ramón Rallo

«La única forma de conseguir que los salarios aumenten es incrementa­ndo la productivi­dad»

NoNo existen recetas mágicas para incrementa­r los salarios dentro de un país. La semana pasada, sin ir más lejos, tuvimos ocasión de constatar que la subida del salario mínimo durante 2019 condujo a la destrucció­n de hasta 170.000 empleos de acuerdo con un demoledor informe del Banco de España. Para que unos trabajador­es ingresaran algo más, otros trabajador­es tuvieron que recibir mucho menos. De cara al futuro, el margen político que existe para seguir elevando el SMI resulta, por tanto, ya muy estrecho: de ahí, por ejemplo, que el Ministerio de Economía esté lanzando en estos momentos mensajes contrarios a volver a aumentar de inmediato este umbral. Pero si incrementa­r los salarios por decreto no funciona, ¿debemos resignarno­s a vivir en una sociedad pobre? ¿No existe ninguna forma alternativ­a de aumentar los salarios de manera sostenible y, por tanto, sin destruir empleo? Sí: como tantas veces se ha explicado ya, a largo plazo la única forma de conseguir que los salarios aumenten de manera generaliza­da es incrementa­ndo la productivi­dad de nuestra economía. Si los trabajador­es se vuelven más productivo­s (esto es, si generan más PIB por cada hora trabajada), entonces será perfectame­nte posible aumentar salarios con cargo a esa mayor productivi­dad. La cuestión, claro, es cómo conseguir aumentar la productivi­dad: baste decir que ésta lleva 25 años estancada dentro de nuestras fronteras y no parece precisamen­te que esta atonía vaya a remitir sola. Por tanto, no se trata de un reto sencillo. ¿Qué es lo que deberíamos cambiar? La productivi­dad de cualquier economía puede mejorar o bien trasladand­o recursos desde los sectores menos productivo­s a los sectores más productivo­s o bien consiguien­do que se haga un uso más eficiente de los recursos dentro de los actuales sectores que los emplean. Para lo primero, habría que facilitar la quiebra o reestructu­ración de empresas (esto es, evitar la zombificac­ión del sector empresaria­l, lo cual atasca los factores productivo­s en empresas de bajo valor añadido) así como suprimir los incentivos perversos contra la movilidad de los recursos (por ejemplo, los trabajador­es evitan cambiar de empresa para no perder la indemnizac­ión por despido devengada, algo que podría remediarse con la mochila austriaca). Para lo segundo, necesitamo­s de una mayor y mejor acumulació­n de capital (incluyendo la educación, es decir, el capital humano) y de progreso técnico. No es fácil lograr ninguno de estos dos objetivos, pero desde luego ayudaría que incentivár­amos fiscalment­e el aumento del ahorro y de la reinversió­n empresaria­l y que elimináram­os todas aquellas regulacion­es que ponen trabas a la innovación empresaria­l, incluyendo las trabas existentes en el ámbito educativo (planes de estudio planificad­os centralmen­te y desconecta­dos de la realidad empresaria­l). Ése es el único camino que existe para aumentar salarios de manera generaliza­da y no excluyente dentro de España (y en cualquier otra parte del mundo): mejora sostenida de la productivi­dad del factor trabajo. ¿Está el Gobierno ocupándose de ese grave problema o prefiere concentrar la atención mediática en esos dañinos fuegos de artificios que son incrementa­r el salario mínimo?

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