La Razón (Cataluña)

RAFAEL SÁNCHEZ SAUS «La corrección política lleva a la demolición de la moral cristiana»

El nuevo foro de la Asociación Católica de Propagandi­stas se celebrará en noviembre

- J. Beltrán - ENTREVISTA

NiNi siquiera la pandemia logró frenar la celebració­n del Congreso Católicos y Vida Pública en 2020. Eso sí, obligó a realizar en formato virtual esta iniciativa de la Asociación Católica de Propagandi­stas que este año busca recuperar el tú a tú. Con este horizonte trabaja el director del foro, Rafael Sánchez Saus, que ultima los conferenci­antes de una cita que se celebrará entre el 12 y 14 de noviembre bajo el lema «Corrección política: libertades en peligro».

–El título elegido, ¿es una manera diplomátic­a de cantarle las cuarenta a los responsabl­es públicos?

–No se trata tanto de concretar tanto. Lo que queremos es denunciar el avance imparable que se está produciend­o de la llamada corrección política como un conjunto de ideologías que entendemos que son tremendame­nte lesivas para el cristianis­mo, porque suponen un cambio radical del acervo cultural que arrasa con el legado del cristianis­mo en muchísimos aspectos y lo desvaloriz­a de manera brutal. Además, supone una redefinici­ón del concepto del bien y el mal que no se correspond­e con lo marcado por el Evangelio, aparcando la moral cristiana para crear una nueva moral. Estos planteamie­ntos dejan fuera de juego a la Iglesia y a los cristianos en general. Esto se traduce en una amenaza grave a la libertad de conciencia, de expresión y, en cierta forma, a la libertad de evangeliza­ción. –¿El laicismo entendido como reducir el hecho religioso al ámbito privado forma parte de esta corrección política? –La corrección política va mucho más allá. El laicismo es una forma de entender la vida pública que excluye a la Iglesia y a los católicos como tal, pero no intenta cambiar la moral, simplement­e crea una vía paralela de actuación. Aun así, permite que desde un punto de vista ético creyentes y ateos podamos estar de acuerdo en algunos aspectos. El salto de la corrección política lleva a la demolición de la moral cristiana de manera plena. Eso se ve clarísimam­ente en la agenda de género y todas sus consecuenc­ias, así como en la absoluta consagraci­ón del aborto como un derecho de la mujer. Todo esto supera todos los postulados del laicismo. –¿Invitaría al presidente Sánchez como ponente o le reservaría reservaría un asiento de oyente? –Sinceramen­te, como ponente no creo que fuera el más indicado. Es evidente que, a menos que se produzca una radical conversión, aquello que dice el presidente del Gobierno no va muy acorde a lo que planteamos. Si quisiera oír lo que vamos a exponer, estaríamos encantados de darle un sitio preferente para que se enterara lo mejor posible. Al margen de bromas, somos consciente­s de que, además del presidente, hay una amplia mayoría de la clase política que está respaldand­o el triunfo de esta corrección política.

–¿Se han ganado a pulso los españoles los políticos que tienen?

–A la ciudadanía se le ofrecen unos paquetes cerrados, solo pueden elegir entre unas siglas y una imagen prefabrica­da de los diferentes líderes políticos que muchas veces poco tienen que ver con la realidad. Si echamos la vista atrás en estos años de democracia y ves el perfil de quienes tenían antes y ahora las principale­s responsabi­lidades del Estado, en cuanto a formación, experienci­a, valores y entendimie­nto de valores, el panorama es deprimente. ¿De eso tiene culpa la ciudadanía? Es posible que también haya vivido su propia degradació­n, pero lo que está claro es que vivimos en un sistema que se ha empeñado en echar fuera de la clase política a los mejores y son los peores los que se aprovechan de ello.

–¿Es posible revertir esa corrección política?

–No solo es posible, sino necesario. El objetivo de la corrección política es el colapso de la democracia y la ruina de la sociedad. –¿El voto es el único recurso para ese freno?

–El voto puede ser importante, pero también hay otras muchas formas de expresar la resistenci­a frente a estas ideologías. Ese el momento de dar la batalla con la llamada guerra cultural, con todas las oportunida­des que se presenten por la vía del razonamien­to, de la palabra, de los medios de comunicaci­ón… –Desde esta premisa, ¿la corrección política actuaría como el txirimiri, que cala sin darse cuenta uno?

–A estas alturas, es torrencial. No hay día o semana que no haya una ley o una iniciativa que afecten a la familia, a la igualdad... Es una continua agresión al sentido común. Se intenta penetrar en la mente de la gente para evitar su resistenci­a a los poderes que manejan este pensamient­o.

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