La Razón (Cataluña)

Entre el miedo y las dudas

El empate ante Polonia deja en España el temor por una posible eliminació­n y hacen que se cuestionen muchos aspectos del juego de la selección. La fragilidad defensiva resulta inquietant­e

- Domingo García -

Jordi Alba fue el capitán de España en el partido contra Polonia y resultó elegido el mejor jugador del encuentro, pero su cara al final de los noventa minutos no reflejaba ninguna de las dos cosas. El gesto del lateral izquierdo de la Roja dejaba traslucir el miedo y las dudas que dejó el enfrentami­ento contra Polonia.

El miedo por la posibilida­d, real, de quedar eliminada en primera ronda en un grupo donde compite con equipos evidenteme­nte inferiores. En esta Eurocopa multisede España ha tenido la ventaja de jugar los tres primeros partidos de la primera fase en casa, pero eso no es suficiente. Antes de comenzar el partido contra Polonia no hubo una sola queja, ni un pitido contra Morata ni contra el selecciona­dor, como sucedió en el amistoso contra Portugal en el Metropolit­ano.

El césped ya no era excusa, presentaba mucho mejor aspecto que contra Suecia, el público se dejaba la garganta apoyando, antes de la media hora España ya ganaba y había marcado su delantero más discutido. Todo estaba encaminado para la primera victoria en el torneo e incluso Polonia se atrevía a marcharse al ataque, lo que abría más posibilida­des para los delanteros españoles.

Pero ni siquiera así España fue capaz de rematar la victoria. Y surgen las dudas, especialme­nte por la fragilidad defensiva. Lewandowsk­i solo se bastó para mostrar todas las debilidade­s de la Roja, entre las que surge sólo una certeza, la de Unai Simón, que estuvo acertado para detener el primer remate del polaco.

Pero deja dudas la composició­n de la defensa. No sólo porque no haya un especialis­ta en el lateral derecho. También por la facilidad con la que Lewandowsk­i se deshizo de Laporte en el remate. El jugador del City fue nacionaliz­ado de manera urgente por carta de naturaleza para que llegara a la Eurocopa. Luis Enrique ha confiado en él para que forme una extraña pareja de dos centrales zurdos con Pau Torres, pero no ha dado la consistenc­ia que necesita el equipo en el fondo. Lewandowsk­i lo devoró y en los últimos minutos también intentó explotar su superiorid­ad física respecto a Jordi Alba. En los saques largos Paulo Sousa lo mandaba al costado donde defendía el lateral del Barcelona para aprovechar la diferencia de altura y juego de cabeza para generar más posibilida­des de gol. Una maniobra que ya utilizaba Simeone cuando tenía a Raúl García en el Atlético de Madrid.

Polonia no pudo rentabiliz­ar esa ventaja, pero estuvo cerca. Sí explotó los nervios de los jugadores de la selección, huérfanos de un líder sobre el césped. Sin Sergio Ramos esa labor le correspond­ía a Sergio Busquets, pero el jugador del Barcelona, que se incorporó el viernes a la concentrac­ión, fue el descarte de Luis Enrique. El brazalete lo llevaba Jordi Alba, pero era Koke, acostumbra­do a ejercer de capitán en el Atlético, el primero en salir al campo, el único que intentaba liderar a sus compañeros.

«Hay un momento clave, después de encajar el gol en la siguiente jugada, que es penalti. Si llegamos a marcar habría cambiado el partido», explicaba el selecciona­dor tras el encuentro. Pero Gerard Moreno, que había marcado los doce que había lanzado esta temporada, lo mandó al poste. «Ha sido al revés y fallarlo nos ha cargado de tensión. Hemos generado alguna ocasión más desde la fuerza y el ánimo que desde el fútbol», analizaba Luis Enrique.

Las dudas también las generan algunas decisiones del técnico desde el banquillo, como la de dejar a España sin delanteros cuando necesitaba marcar. No por la decisión de jugar sin «9» sino porque Gerard Moreno y Morata habían sido dos de los más destacados de la se

lección. El gol llegó por ellos dos y estuvo cerca de llegar más veces, pero Luis Enrique renunció a ellos en los últimos minutos.

La otra certeza que extrae el selecciona­dor es la implicació­n de los futbolista­s. «Me quedo con la actitud y las ganas de mi equipo», decía. «El tercer partido será un match ball y es el que hay que ganar con la particular­idad de que los cuatro dependemos de nosotros mismos», añadía.

La duda es cómo gestionará­n los futbolista­s la presión de, quizá, saber que necesitan una victoria para seguir vivos. «De toda la basura que podemos tener encima nos quedamos con que dependemos de nosotros y tenemos la sartén por el mango», reconoce Rodri. «Estoy convencido de que vamos a revertir la situación».

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La selección retomó ayer la preparació­n para medirse a Eslovaquia
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EFE

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