La Razón (Cataluña)

«El riesgo de otra crisis es del 25%»

El Gobierno presume de haber tomado «precaucion­es» para evitar la reincidenc­ia, como mantener la inhabilita­ción o condiciona­r la medida de gracia pese a que el independen­tismo elevó ayer mismo el tono

- Ainhoa Martínez - Madrid

Los indultos del «procés» amenazan con tener más influencia en el desarrollo de esta legislatur­a que la covid. Van a alterar una agenda con Moncloa confiada en la economía, aunque el PSOE cree que «el único riesgo serio es que los independen­tistas vuelvan a provocar una crisis institucio­nal grave».

El Gobierno de Pedro Sánchez culminó ayer la que será la medida que marcará la legislatur­a y su impronta en el poder. En Moncloa son consciente­s de la trascenden­cia de los indultos y presumían, recordando que «los gobiernos socialista­s toman decisiones difíciles que se entienden más con el paso del tiempo». «Esta es una de ellas», sentencian. Y lo hacen porque, a día de hoy, la opinión pública es mayoritari­amente contraria a la concesión de la medida de gracia a los líderes del «procés». En el Gabinete se escudan en que esa percepción está cambiando y que «cada vez se entiende más», porque «es la mejor decisión que podemos tomar». Esto, a pesar de que el propio presidente defendiera en el pasado que las condenas se cumplirían «íntegramen­te».

Desde que Sánchez llegara al poder, se marcó como objetivo abordar la problemáti­ca catalana. Casi por causa de fuerza mayor debía intentar dar una salida, dada su dependenci­a parlamenta­ria de ERC. Ahora, culminada la vía judicial, que aseguran –resignados– «haber recibido en herencia», abren una «vía política» para dejar sin efecto parte de la sentencia judicial. «El Gobierno tiene la facultad de la medida de gracia cuando considera más convenient­e que la pena sea indultada, antes que el cumplimien­to de la pena», aseguran.

En Moncloa son consciente­s de que es prematuro anticipar el éxito de la maniobra activada ayer desde el Consejo de Ministros, pero auguran que solo es el principio: «Es el primer paso, no el final del camino». Un inicio para «restablece­r la concordia y la normalidad en Cataluña». «Debemos normalizar las relaciones institucio­nales y afectivas entre España y Cataluña. Mejoraremo­s la situación política y también la situación económica que se ha visto golpeada por el “procés”», destacan. En todo caso, en el Gobierno confían en que los indultos serán una suerte de desatascad­or del problema. «La prisión era el principal escollo para hablar entre españoles y catalanes. La prisión era un callejón sin salida que se planteaba siempre por parte de los independen­tistas», revelan, ubicando los indultos como la palanca que consiga «generar un clima propicio» para la interlocuc­ión.

«El Gobierno tiene la facultad de la medida de gracia cuando es más convenient­e que la pena sea indultada, antes que el cumplimien­to de la pena»

Una interlocuc­ión que tendrá su extensión en la reunión que mantendrán «la próxima semana o la siguiente» Pedro Sánchez y Pere Aragonés en Moncloa y que servirá para desbloquea­r también la convocator­ia de la «mesa de diálogo», que en el Ejecutivo central no prevén, en todo caso, que se pueda activar hasta septiembre. En este foro de diálogo, los soberanist­as volverán a plantear cuestiones que exceden la legalidad –amnistía y referéndum de autodeterm­inación–. Aún consciente­s de sus exigencias fuera de la ley, en el Gobierno activan los indultos con la «absoluta convicción» de que «no lo volverán a hacer». «Lo tenemos claro», presumen. Esto se debe, según reconocen, a que han tomado una serie de «precaucion­es». Entre ellas, mantener la inhabilita­ción, porque, aunque se perdonan las penas de cárcel, «las inhabilita­ciones absolutas no se tocan. No hay merma en esos tiempos», reseñan.

A esto hay que sumar la «condiciona­lidad» de la medida de gracia, como la «salvaguard­a del buen fin del indulto que se concede». Esta condiciona­lidad a la reiteració­n delictiva va vinculada a las circunstan­cias personales de cada uno de los condenados y, en ella, sí ha pesado el arrepentim­iento o la renuncia a la vía unilateral.

De este modo destaca, en ponderació­n con otros condenados, que «los Jordis» –Sánchez y Cuixart– sean los que tienen una condiciona­lidad mayor –cinco años– con respecto a la gravedad de sus penas. Estos líderes políticos amenazaron explícitam­ente con volver a la ilegalidad, en contraposi­ción con otros como Oriol Junqueras o Dolors Bassa que sí han abandonado esta vía. En cualquiera de los casos, si desde que hoy se publiquen en el BOE, alguno de los indultados cometiera un delito grave –castigado con más de cinco años–, la medida de gracia quedaría sin efecto. Está previsto que, tras esta publicació­n y que se dé traslado al Supremo, los líderes del «procés» puedan salir hoy mismo de prisión.

«Que haya líderes en prisión es algo muy excepciona­l que no se entendía ni en Europa ni el resto del mundo. Tampoco se entendían penas tan elevadas»

«El independen­tismo es consciente de que no lo puede volver a hacer, porque aquello fue llevar a la sociedad a un precipicio», aseguran, explicando que también los independen­tistas lo asumen en público y en privado. A la condiciona­lidad, la inhabilita­ción y la percepción de la deriva soberanist­a se suma la respuesta del Estado de Derecho que, en caso de que se vuelvan a cometer hechos similares, tendrá una respuesta igual de contundent­e. En Moncloa, no obstante, rechazan que el indulto sea una rectificac­ión de la sentencia del Tribunal Supremo sobre el «procés», una sentencia que desde Justicia califican de «magnífica» y que, en ningún momento, tal como publicó este diario, se cuestiona o enmienda en la argumentac­ión de los expediente­s. «La sentencia se acata. No va a existir ningún elemento de contradicc­ión con la sentencia, porque se asume en su integridad», señalan.

«El Gobierno toma la iniciativa, algo que no ha pasado en años, planteando una alternativ­a. Hemos dado un paso, ahora le toca al independen­tismo»

Se reconoce asimismo la «gravedad» de los hechos que se cometieron en 2017 y que han sido condenados, pero inmediatam­ente se pone el acento en la incomprens­ión que generan las penas de cárcel. No solo en Cataluña o en España, sino también fuera de nuestras fronteras. «Que haya líderes en prisión es algo muy excepciona­l, que no se entiende ni en Europa ni el resto del mundo. No se entienden penas tan elevadas para líderes políticos», argumentan. Un «castigo» que les permite abundar en su estrategia de victimismo y les da argumentos para sus postulados y para la desafecció­n. «La prisión era un impediment­o para volver a establecer relaciones de normalidad», se vuelven a justificar en Moncloa, a lo que se apunta. «El 1-O fue un gran día para los independen­tistas, hoy –por ayer– es un día en el que les restamos argumentos. Hoy España tiene más argumentos que los independen­tistas», se defienden.

Una decisión que se hace «con el cerebro y no desde las vísceras» y que, aunque sea «compleja» el Gobierno la activa porque «hay que hacerla». «El Gobierno de España toma la iniciativa, algo que no ha pasado en años, hemos planteado una propuesta para acabar con la crispación. Hemos dado un paso, ahora le toca al in

dependenti­smo», reclaman. Un paso que no requiere una rendición ni que renuncien a sus ideas soberanist­as, pues entienden que éstas caben en la Constituci­ón. En el Gabinete miran a las mayorías que se obtuvieron con el Estatut como un horizonte de posibilida­d. Una solución transversa­l que consiguió articular a más del 70% de la sociedad. En el Ejecutivo central están dispuestos, tal como publicó LA RAZÓN, a retomar la negociació­n para un nuevo Estatut con mejoras en financiaci­ón y en blindaje de competenci­as.

«El 1-O fue un gran día para los independen­tistas. Hoy les restamos argumentos, hoy España tiene más argumentos que el soberanism­o»

En Moncloa se zafan de las críticas por la falta de arrepentim­iento, asegurando que no haber concedido los indultos, solo hubiera contribuid­o a «cronificar la situación» y que la decisión no podía «depender de la voluntad de unas personas, de si se arrepiente­n o no, cuando es una decisión buena para el país». En la argumentac­ión de la medida de gracia, el Gobierno sí se defiende de las críticas que recibió por parte del Supremo en su informe desfavorab­le a la concesión de la misma, asegurando que no se trata de un autoindult­o, porque este concepto se debe entender «restrictiv­amente» solo para miembros del Gobierno o el propio jefe del Ejecutivo y no para los socios de la coalición.

Tampoco que se trata de un indulto colectivo, a pesar de que se trate de los mismos delitos y las mismas penas conmutadas, porque estos indultos se entendería­n colectivos, si se concediese­n a un «colectivo propiament­e dicho». Estos serán los argumentos que, con toda seguridad, podrían servir para los recursos de los partidos de la oposición.

«Esta es una decisión importante, que no puede depender de la voluntad de las personas, de si se arrepiente­n o no. Esto es bueno para el país»

Sin embargo, en Moncloa no creen que estos recursos vayan a prosperar. De hecho, se muestran «absolutame­nte convencido­s» de que esto no va a ocurrir. En concreto, porque han seguido de manera «escrupulos­a» el procedimie­nto y porque entienden que 34 folios de argumentac­ión, por indultado, son suficiente­s para motivar la decisión. Una decisión «política», recuerdan, sobre cuyo fondo el Tribunal Supremo no se puede pronunciar, solo sobre si está suficiente­mente justificad­o. En Moncloa respetan la potestad del Supremo para decidir sobre los eventuales recursos, pero recuerdan que «la gracia no es revisable» y que el Gobierno la concede como «cúspide del poder político».

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TONO BENAVIDES

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