«ES UN DÍA MUY NEGRO PARA LA DEMOCRACIA»
ElEl Gobierno ha dispuesto su soberbia maquinaria propagandística en la tarea de blanquear los indultos a los autores del golpe contra el orden constitucional en Cataluña. Fueron condenados por delitos considerados graves en cualquier código penal que se precie e impuestas las penas correspondientes, en todo caso proporcionales. No hubo ensañamiento ni arbitrariedad, sino extremo garantismo y publicidad. El juicio pudo ser seguido en directo desde cualquier rincón del mundo. Quedó de manifiesto que los inquilinos del banquillo no fueron sancionados por sus ideas separatistas, sino por sus actos contrarios a la ley, actos muy serios especialmente por su condición de autoridad pública. Ayer, el Gobierno de Pedro Sánchez censuró todo aquel costoso y ejemplar proceso y se aseguró de que los reclusos, y socios parlamentarios, salieran por la puerta grande de prisión sin mediar arrepentimiento ni reconocimiento del daño causado ni compromiso alguno de que no reincidirán, sino todo lo contrario. Desde el poder se ha bastardeado con la figura del indulto, y se ha trampeado la Constitución contra los intereses de la nación, que son los de todos los españoles con una autoindulgencia que liberará votos y estabilidad para Moncloa, que era la meta final de este indigno mercadeo. A lo largo de la historia democrática más reciente, cuesta encontrar un episodio de mayor deslealtad contra el pueblo soberano, pues, carcomido el principio de legalidad y de la responsabilidad penal al servicio de la discrecionalidad, queda el abuso y la indefensión. La deriva de Pedro Sánchez es más que inquietante. Su conducta, talante y gobernanza cobran cada día mayores tintes de cesarismo. Tanto en su relación con los españoles como con sus deberes institucionales y parlamentarios. Que solventara ayer el escrutinio de la opinión pública con una mera declaración sin preguntas es propio de una régimen de libertades en retirada. «Es un día negro para la democracia». Enrique López es juez y conoce el peligro de que un gobernante que piensa que su palabra es la ley.