La Razón (Cataluña)

Del jardín a una final

Tras la covid, Busquets regresa para dar tranquilid­ad a un grupo tembloroso

- José Manuel Martín -

Las críticas de Van der Vaart son una falta de respeto y por ahí no se puede pasar»

Estamos equivocado­s si discutimos a Luis Enrique. Confíamos mucho en él y en el staff» Sergio Busquets Capitán de la selección

Quien más quien menos se acordó de Sergio Ramos cuando Lewandowsk­i apartó con el brazo a Laporte como si el futbolista español fuese un alevín. El delantero del Bayern se quitó de encima a su rival antes de empatar el partido y meter a España en el lío del que hoy tratará de salir ante Eslovaquia. En ese momento se echó de menos la experienci­a y jerarquía de esos futbolista­s cuyos nombres todavía suenan a la época en la que la selección lo ganaba todo. Uno de ellos es Busquets, apartado a última hora por el positivo por coronaviru­s y que segurament­e será titular hoy en La Cartuja. «Está bien, igual que el resto. No lo quisimos forzar a pesar de estar asintomáti­co doce días. Pero entrenar en el jardín de tu casa no es lo mismo, a pesar de que los datos del gps eran magníficos, y era correr demasiado riesgo con un jugador tan importante como él. En principio está a mi disposició­n», decía Luis Enrique, que dejó fuera a Busquets de la convocator­ia ante Polonia, pero lo necesita desde ya para pasar a la siguiente ronda.

El futbolista del Barcelona va a pasar de entrenarse en el jardín de su casa a colocarse en mitad de una tormenta, a jugar una final final en la que a España sólo le vale ganar para depender de sí misma. Durante su cuarentena trató de mantenerse en forma, pero en solitario no es fácil. «Era aburrido, pero era lo que tenía que hacer para llegar de la mejor manera. Hacía dobles sesiones, una más de gimnasio y luego otra específica de fútbol, con salidas y arrancadas, aunque no era lo mismo y el césped no era igual, siempre mantenía la motivación y la esperanza de poder regresar», explicaba.

Él estuvo en aquel tercer partido del Mundial de 2010, cuando, como ahora, la Roja necesitaba ganar a Chile para seguir con vida. «Allí estábamos mucho más lejos, más aislados, en un escenario diferente, pero a medida que se acerque el partido, el ambiente se va a parecer. La situación es bastante parecida y ojalá acabe de la misma manera», explica el verdadero capitán de este grupo sin Ramos. En su ausencia, el brazalete lo ha llevado Jordi Alba, aunque no es su papel, como se pudo ver tras el empate con Polonia. El lateral recibió el premio al mejor del partido y su cara era de miedo ante lo que se le venía encima a España. En aquel Mundial de 2010 él era del grupo de los jóvenes y ahora es el veterano que debe aportar experienci­a. «Aquí hay futbolista­s que son importante­s en sus equipos. Se tiene que imponer la confianza, la calidad y el trabajo en equipo. Les trato de inculcar que hay que ser positivos». El capitán ha vuelto... a tiempo.

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Busquets, en el entrenamie­nto de ayer EFE

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