La Razón (Cataluña)

El teatro de los indultos

«Estamos ante un acto que solo tiene que cumplir los requisitos formales legalmente previstos»

- Francisco Marhuenda

LaLa realidad es que no sabemos que hay de teatro y de verdad en las reacciones de los dirigentes independen­tistas tras conocerse la aprobación de los polémicos indultos. No me extrañaría que el «espectácul­o» estuviera convenient­emente pactado con La Moncloa, porque es necesario complacer a las respectiva­s parroquias. Sánchez tenía asumido que reaccionar­ían con que no era suficiente y que era el momento, tal como aclaró Aragonés, de «un referéndum acordado». El presidente por «delegación» de Junqueras, acompañado de su gobierno independen­tista, aseguró que «salen con la cabeza bien alta y las ideas intactas, con la voluntad reforzada de construir una república catalana libre». Nada que nos sorprenda y menos aún al inquilino de La Moncloa que está curado de espanto. Al final, las palabras son gratis y así se desahogan. La realidad es que salen tras una dura condena, han tenido que tragar con los indultos que no querían y lo de la república catalana es una chorrada. Sánchez no quiere pasar a la Historia como el presidente que permitió una consulta disparatad­a que sentaría un precedente aunque la perdieran.

No veo recorrido a los recursos contra los indultos o las querellas contra los miembros del gobierno. En el primer caso, no hay argumentos para que la sala tercera del Supremo rechace la iniciativa de Vox y una vez tomada en considerac­ión lo lógico es que dilucide la legitimida­d y entonces la desestime. La vía penal me parece poco consistent­e, aunque sea útil para la lucha partidista. Estamos ante un acto que solo tiene que cumplir los requisitos formales legalmente previstos, porque es una medida de gracia que se justifica a partir de conceptos difusos como utilidad pública que no tiene una interpreta­ción jurídica sino política. El gobierno quiere liberar a unos condenados por sedición y está en su derecho, aunque no comparto la decisión. Ni siquiera el Supremo podría entrar en el fondo, sino simplement­e en la forma. Lo que se trata es de cumplir la apariencia de legalidad y obviar la arbitrarie­dad, pero el papel, en manos de un buen jurista, lo aguanta todo. No hay que olvidar que el gobierno tiene un número abrumador de abogados del Estado, magistrado­s y profesores a su servicio capaces de blindar unos indultos tan controvert­idos.

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