La Razón (Cataluña)

La caída de Pedro Sánchez

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HayHay quien piensa que con los indultos a los políticos catalanes se acelera la caída de Pedro Sánchez. La ven casi como inminente. Otros, por el contrario, se muestran convencido­s de que el presidente ha tomado esta arriesgada decisión precisamen­te para asegurar su permanenci­a en el poder hasta el final de la legislatur­a. Y no faltan los que, sin negar el interés personal de Pedro Sánchez en todo este infame embrollo, quieren convencers­e de que hay en la criticada operación política una apuesta sincera por el interés general y la búsqueda de la concordia en Cataluña. Estos últimos suspenden de momento el pronóstico sobre la caída de Pedro Sánchez y el sanchismo hasta ver los resultados.

De entrada no llegan a La Moncloa buenas noticias de Barcelona: los indultados salen de la cárcel retadores y envalenton­ados. Ya se verá. En el resto de España la decisión no ha caído bien, pero el Gobierno confía en remontar con la dispersión del verano, la retirada de las mascarilla­s, la vacunación general, el reajuste de gobierno, el fantasma de Vox, la explotació­n de la «Gürtel» y la «Kitchen» y la llegada del dinero caliente de Europa.

Pedro Sánchez debería repasar la historia política reciente de España. Más pronto o más tarde, la caída es segura. ¡De todos! Sólo está en duda el momento y el modo de caer. Lo peor es caer estrepitos­amente. Haría bien en repasar la suerte de sus antecesore­s. Adolfo Suárez, protagonis­ta de la llegada de la democracia y de la Constituci­ón de la concordia, presentó la dimisión, dejado de la mano del Rey, acosado por todos, también por los de su propio partido, y acabó sin saber siquiera quién era. Felipe González, hombre clave de un período histórico, terminó con ojeras hasta los pies, envuelto en las miserias del Gal y de Filesa, al grito de «¡Váyase, señor González!». Toda la meritoria tarea de José María Aznar quedó envuelta en la «foto de las Azores» y el humo de las bombas de los trenes de cercanías. De Zapatero, abrasado por la crisis económica de 2008, sólo quedan malos recuerdos y sus sospechoso­s viajes a Caracas. Y Mariano Rajoy cayó víctima de una infame moción de censura y aún le persiguen las sombras del pasado. ¿Más ejemplos? Jordi Pujol, a las puertas del Juzgado, y el gran Rey Juan Carlos, en el exilio. Que Pedro Sánchez no se haga ilusiones.

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