Asimilación a China
La retrocesión de la soberanía sobre Hong Kong a China fue uno de los acontecimientos internacionales de mayor trascendencia que tuvo lugar a finales del S.XX. Se ponía de relieve que el proceso descolonizador, aunque con retraso y muchas dificultades, tenía una capacidad inmensa de influencia en las relaciones internacionales, incluso para doblegar a la potencia colonial por excelencia como es Reino Unido. Es verdad, que en el supuesto de Hong Kong la debilidad británica únicamente es perceptible a la luz de la fortaleza del país que tenía en frente y que, cada vez más, iba adquiriendo un protagonismo decisivo en la escena internacional. Nada de esto ha sucedido con España o Argentina. Ahora bien, quienes confiaron en que después de la entrega de la soberanía y de la administración a China se respetaría un régimen especial en el campo político, seguramente, no estaban muy acertados.
El cierre del diario hongkonés «Apple Daily», que ha venido manteniendo una radical oposición al régimen de Pekín y a las autoridades locales de Hong Kong controladas por el Gobierno central chino, es tan solo una muestra, aunque significativa, de que la isla camina en la dirección de la incorporación plena a los presupuestos y criterios políticos que rigen en China y que, desde luego, se alejan de los postulados democráticos. La labor de las autoridades chinas es lenta, en ocasiones, pero siempre produce frutos tangibles. Paulatinamente, Hong Kong será absorbida inevitablemente por China en todos los aspectos, y tendrá solo aquellas singularidades que permita Pekín y que, al mismo tiempo, beneficien la posición de China tanto en lo interno como en lo externo. La Ley de Seguridad Nacional es el mecanismo útil para poner fin a la autonomía y peculiaridades de Hong Kong. La comunidad internacional observará impasible la pérdida de libertades y derechos.