Pedro Castillo: pragmatismo y dogmatismo
La victoria de Pedro Castillo en Perú agiganta la incertidumbre sobre el futuro del país inca en el corto y mediano plazo. La variedad de perfiles dentro de su equipo más cercano no facilita el análisis preciso sobre el rumbo que tomará el país una vez asuma el poder en apenas un mes. Por un lado, cuadros políticos como el de Vladimir Cerrón, abiertamente comunista, admirador de Nicolás Maduro y de Fidel Castro. Por otro, Pedro Francke, economista y académico de izquierda pero no ortodoxo, con cierto beneplácito de algunos sectores empresariales del país.
La figura de Francke parece estratégica con respecto a la necesidad de no ahuyentar a capitales extranjeros durante las cuatro semanas que restan para el inicio de la nueva administración. Ciertamente, una vez se fue consolidando el triunfo de Castillo, la moneda nacional, el sol, se devaluó. Por ejemplo, durante la segunda semana de junio y una vez se iban conociendo los resultados a favor del candidato de izquierda, la moneda se devaluó 2% con respecto al dólar, registrando un mínimo histórico, y la Bolsa de Valores cayó un 10%. Ante el clima de nerviosismo en los mercados, la presencia mediática de Francke ha sido mayor. El gurú económico de Castillo ha afirmado que no habrá control del tipo de cambio, que no habrá prohibición a las importaciones y tampoco se tocarán los ahorros individuales –en dólares– de los Fondos de Pensiones. Todas aclaraciones necesarias ante las amenazas reiteradas, altisonantes y en ocasiones incendiarias de Castillo durante la campaña electoral y en contra de la banca y las multinacionales que operan en el país.
Además del coronavirus, uno de los retos más importantes para Castillo, será el de anteponer la sindéresis y sentido común de la agenda económica frente a la agenda política e ideologizada de su partido político. Todo esto, en caso de que su verdadera intención sea imitar el modelo de economía social y de mercado implementado por Evo Morales y Luis Arce en Bolivia –el presidente electo ha afirmado en varias ocasiones que esa es su referencia– y que durante una década fue exitoso, y no el fracasado que ha implementado el chavismo durante 22 años en Venezuela, ese que impone una agenda sobre bases ideológicas, rígidas y fundamentalistas. Las presiones internas sobre Castillo no se harán esperar. Por un lado, los dogmáticos que le dieron la tarjeta del partido y por el otro, perfiles más técnicos como los de Francke que seguramente intentarán «domar a un caballo» con posibles intentos de desbocarse. Mientras tanto, es posible que la opinión pública peruana y en especial los electores de Castillo, velen más por medidas políticas que desplacen a las cúpulas tradicionales del escenario político que otra cosa. Sin embargo, son los inversionistas quienes se encuentran a la expectativa de las primeras señales económicas que el profesor Castillo debería estar dando en las próximas horas.
Alejandro G. Motta es socio director y fundador de Thinko Consulting amotta@thinkoconsulting.com @mottafocus