La deriva populista
Debe ser que tanto contacto con podemos ha contagiado a la cúpula del PSOE, porque ha tomado una deriva respecto al poder judicial más propia de populismos de escaso nivel democrático, que del republicanismo cívico. El conflicto acerca de la elección y nombramiento del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), incluida reprimenda de Bruselas, que se mantiene vivo hasta el punto de que no tiene visos de solución a corto plazo, puso de manifiesto una tendencia de Pedro Sánchez a cambiar las reglas del juego en tanto no le son cómodas. Los indultos han sido la prueba palmaria de que, para él, la judicatura es un problema y no una garantía.
Un socialdemócrata no puede reconocerse en los modos y estrategias de este grupo capitaneado por Sánchez que llegó al poder de pura casualidad y, por esa causa, anteponen su permanencia a todo principio. Los medios contaminan el fin aunque, en este caso, el fin es aún más corrupto. Los dirigentes independentistas han cometido delitos en diversos ámbitos, en el penal y en el administrativo como mínimo, verificado judicialmente pero Sánchez se ha jugado el Estado a los dados, con los indultos, pese a la lógica política y jurídica. Confunde el respeto a la legalidad con el cambio de legalidad porque, como ocurrió en el caso el CGPJ, es precisamente el intento de modificar el ordenamiento la mejor prueba de la falta de respeto al sistema. El Gobierno debería recapacitar. La dinámica de no respetar nuestro sistema es peligrosa no solo por las consecuencias inmediatas respecto al independentismos que se resumen en la actitud burlona de los separatistas y la agitación del avispero vasco, sino porque está creando precedentes traspasando algunos límites y Sánchez caerá y vendrán otros gobiernos monocolores o de coalición y estarán tentados de transgredir los mismos linderos, aunque en otra dirección.