ESPAÑA, LÍDER EN LAS INSTITUCIONES INTERNACIONALES
Entre los campos sociales que se regulan en el anteproyecto hay realidades muy variadas:
● En el ámbito laboral se reclama una estrategia de «incentivos», abre el camino a que se establezcan cuotas para determinados trabajadores a través de «cláusulas particulares» al menos en el empleo público, la diversidad sexual se incluirá en temarios de oposiciones… Esto se hará a través de la implantación, paulatinamente, de algunos indicadores o incluyéndose en el orden del día de las negociaciones colectivas. La visibilidad de la diversidad, reclama, debe ser claramente constatable en el ámbito de la cultura y el ocio.
● En el mundo deportivo, la ley insiste en la repulsa de situaciones de odio, incluso por parte del público, y se entiende que se considera a todos los efectos, a la hora de competir, la declaración registral.
● La publicidad, los medios de comunicación e internet están también en el foco de la ley que espera velar que se muestre la «diversidad sexo-afectiva» y para combatir toda forma de ciberacoso.
● En lo referente a las familias LGTBI, la ley promete una equiparación total de cualquier «diversidad familiar».
● En el plano internacional, la ley pide que España lidere las reivindicaciones del colectivo en las instituciones internacionales y que establezca relaciones diplomáticas en función de la defensa de las personas LGTBI que hagan los otros países.
La ley establece que se caen los contratos y acuerdos en los que se sospeche que hay discriminación. Es, por ejemplo, el caso, recoge el PSOE en su argumentario, de «la negativa a alquilar una vivienda a una persona» de este colectivo.
● Dentro del texto también se establecen otras minorías a proteger dentro del mismo colectivo: la mujer trans, las personas con discapacidad, extranjeros, menores, el caso de los intersexuales, quienes habitan en el mundo rural…