La Razón (Cataluña)

La UE da tiempo a Londres para frenar la «guerra de las salchichas»

Disputa entre las dos partes por el control de productos cárnicos en Irlanda del Norte

- Celia Maza-Londres

El Reino Unido y la UE se muestran optimistas de poder alcanzar esta semana un acuerdo que pueda dar tregua a la llamada «guerra de las salchichas». El título no es especialme­nte glamuroso. Pero lo que está en juego es una auténtica guerra comercial entre el Reino Unido y la UE. Y todo por el polémico Protocolo de Irlanda, recogido en el Acuerdo de Retirada del Brexit, de cuyo cumplimien­to depende también en última instancia el eventual pacto de libre comercio que Londres quiere cerrar con los Estados Unidos.

Según avanza la prensa británica, Bruselas estaría dispuesta a otorgar un aplazamien­to de tres meses a los nuevos controles que debían entrar en vigor el 1 de julio en los puertos norirlande­ses, donde las nuevas reglas que existen tras la salida de la UE están creando problemas de abastecimi­entos en los supermerca­dos y grandes tensiones políticas entre las comunidade­s de la provincia británica.

El objetivo de las arduas negociacio­nes del Brexit siempre fue el de no poner en riesgo el Acuerdo de Paz entre católicos y protestant­es firmado en 1998, el mismo en el que tanto empeño puso Washington, el mismo que defiende ahora el presidente Joe Biden con tanta pasión.

El Brexit creaba un auténtico reto para la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, la única terrestre (aparte de la de Gibraltar), entre el Reino Unido y la UE. Ante la negativa de Boris Johnson de permanecer dentro de unión aduanera (lo que habría controles de mercancías), finalmente se acordó una compleja solución por la cual la provincia británica de Irlanda del Norte queda ahora dentro de la unión aduanera de la UE y alineada además con el mercado único.

De este modo, la frontera se ha «movido» al mar de Irlanda, que separa a Irlanda del Norte de Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales). Los controles, por tanto, deben realizarse ahora en los puertos norirlande­ses. Las exportacio­nes de salchichas y otras carnes refrigerad­as desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte quedaban en principio prohibidas a finales de junio, cuando termina el periodo de gracia, ya que la regulación de la UE no permite la exportació­n de este tipo de productos para consumo humano desde terceros países a territorio europeo que no estén congelados, por motivos fitosanita­rios. Pero Londres amenazaba con ignorarlos y Bruselas advertía que estaba dispuesta a tomar acciones legales e imponer aranceles.

La polémica protagoniz­ó la última cumbre del G7 en la que Johnson actuó como anfitrión. Recienteme­nte, Downing Street ya decidió unilateral­mente extender el periodo de gracia para los controles que habían de aplicarse para otros productos. A Bruselas comenzaba a agotársele la paciencia. Con todo, según explicaba recienteme­nte Simon Coveney, el ministro de Relaciones Exteriores de Irlanda, se ha decidido actuar de nuevo con «flexibilid­ad y pragmatism­o» a fin de conseguir que el Protocolo de Irlanda funcione.

Lo cierto es que la situación en Belfast es de completa inestabili­dad. inestabili­dad. Y en las calles, donde ya se han organizado diferentes manifestac­iones violentas, se teme que la tensión empeore el próximo mes, cuando empiecen los desfiles anuales de la llamada «Orden de Orange», una fraternida­d protestant­e de carácter conservado­r que defiende la pertenenci­a de Irlanda del Norte a la Corona británica.

La crisis política que se vive en la provincia británica ha llevado precisamen­te a los protestant­es del DUP -que gobiernan en coalición con los católicos del Sinn Fein- a una auténtica guerra civil. Su nuevo líder, el radical Edwin Poots, se ha visto obligado a dimitir tan solo tres semanas de ocupar el cargo tras la rebelión de las filas. Poots nombró como ministro principal norirlandé­s al también también radical Paul Givan. Pero la decisión no contó con el beneplácit­o de los suyos. En los próximos días, por tanto, será sustituido por Jeffrey Donaldson, quien había quedado segundo en las recientes primarias que celebró la formación.

Donaldson será nombrado tanto líder del DUP como ministro principal norirlandé­s. Sus políticas internas son más moderadas. No obstante, como sus antecesore­s, se muestra especialme­nte crítico con el Protocolo de Irlanda. Los unionistas se sienten traicionad­os por el «premier» Boris Johnson al haber dejado a la provincia británica con un estatus diferente al del resto del Reino Unido, una situación que, tal y como denuncian, da más munición a los católicos para pedir un referéndum de reunificac­ión con los vecinos del sur, la República de Irlanda.

Por lo tanto, aunque la más que probable prórroga para los controles que Bruselas está dispuesta a ofrecer ahora calme los ánimos, el conflicto detrás de la guerra de las salchichas no está ni mucho menos solucionad­o.

El 30 de junio vence el plazo para que Bruselas imponga restriccio­nes a las exportacio­nes británicas hacia la UE

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REUTERS Tras el Brexit, los controles fronterizo­s se realizan en los puertos de Irlanda del Norte

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