Julieta con sus espíritus
Aunque tiene nombre de víctima shakespeariana, Julieta Serrano llegó hace ya más de medio siglo a las tablas del Corral de Comedias, de la mano de Miguel Narros, a dar su voz y su alma a los textos de nuestras grandes heroínas del Siglo de Oro. Y así lo ha hecho durante las décadas siguientes sentando cátedra de la interpretación del verso, absorbiendo la grandeza de los enormes personajes de nuestro teatro clásico.
La carrera luminosa de esta catalana universal ha trascendido géneros, estilos y repertorios, pero la finura y la verdad de su palabra y su actuación ha impregnado para siempre la escena almagreña, por lo que estamos en eterna deuda con su generosidad. En estos tiempos en que el festival se ha convertido en un referente igualitario, en el que Ana Caro o María de Zayas conviven con Lope y Calderón mirándolos de igual a igual, la presencia de Julieta en la inauguración del Festival de Almagro, recibiendo su merecido Premio Corral de Comedias, es un homenaje a la estirpe de grandes damas de la escena, que desde la noche de los tiempos del Siglo de Oro, desde la Calderona o la Baltasara, han dado lustre y brillo a nuestra escena con su fuerza, su dignidad y su personalidad. Los espíritus de todas ellas caben en la breve envergadura de esta actriz titánica, y ella invoca los espíritus de todas ellas cada vez que actúa en Almagro.
No es el Festival de Almagro quien premia a Julieta Serrano en esta edición, es ella quien consagra lo mejor del teatro cada vez que lo pisa y lo llena de verdad. Por todo ello nuestra gratitud sincera y nuestro más sentido reconocimiento y admiración.