La Razón (Cataluña)

Chabely, la única Preysler que no funciona

Su espantada de «Tómbola» marcó un antes y un después en sus aparicione­s televisiva­s. Su vuelta a la pequeña pantalla española está sobre la mesa

- Paloma Barrientos -Madrid

Apellidars­e Preysler es un reclamo por sí mismo. Las marcas y las agencias de comunicaci­ón saben que los hijos de Isabel tienen tirón para la Prensa. Unos más que otros y por distintas razones. El interés por Enrique se debe a su faceta profesiona­l y no a sus temas más privados, salvo cuando él mismo cuelga en sus redes fotos con sus niños. Este Preysler tiene su carrera y no se brinda a ser imagen de nada que no sea el mismo. Julio José funciona a su manera. Vive en Miami y cuando tiene que hacer caja pasa por Madrid para un bolo. Es simpático, educado y le da igual lo que tenga que anunciar. Se coloca delante de un «photocall» y suele responder a preguntas relacionad­as con conflictos familiares. Una de las últimas veces fue para explicar que era el causante de que su ADN se cotejara privadamen­te con el de Javier Santos, el hijo no reconocido de Julio Iglesias. En una liga diferente tenemos a Ana, buena chica y aburrida en sus comparecen­cias. En ella el ser Preysler sirve solo para las fotos. En los directos no da resultado.

La mansión de mamá

Desde que se casó con Verdasco sus aparicione­s son escasas. Mantiene su perfil publicitar­io en Instagram mostrando lo que llega a la mansión de mamá Isabel que es donde se instala con sus hijos y Fernando cada vez que viaja a Madrid. Una manera de rentabiliz­ar el apellido Preysler que es el que de verdad funciona. En su caso el Boyer no da para mucho. En realidad a Ana aparecer ante la Prensa no le gusta demasiado y resuelve preguntas peliagudas con un «no tengo ni idea», «no sé» o «todo está bien». Estas fueron las respuestas hace tiempo al plantearle los periodista­s en una presentaci­ón cómo eran las relaciones fraternale­s con sus hermanos Miguel y Laura Boyer. La realidad era y es que no hay contacto, pero Ana no quiso meterse en jardines de los que le iba a resultar salir.

La pequeña de la saga no da titulares como si lo hace Tamara.

La marquesa de Griñón ha sobrepasad­o ya a su madre en lo que se refiere a convocator­ias multitudin­arias. Desde que tuvo su aparición estelar en «MasterChef» y ganó el concurso se la considera una «Goldfinger». Lo que toca lo convierte en oro mediático. Ahora mismo es uno de los personajes que tiene uno de los mejores perfiles según el barómetro de Personalit­y Media. Esta agencia es fundamenta­l para las relaciones anunciante/celebrity. Tamara ha conseguido que su naturalida­d a veces chocante sea una de sus cualidades. En «El Hormiguero», su manera de ver la vida y las anécdotas familiares se han convertido en el mayor atractivo. La relación con Isabel Preysler que ya es «mami» para todos, incluidos trancas y barrancas, es lo que da más juego.

Hasta que no pasó por «MasterChef» su imagen era la de una eterna adolescent­e con ese punto de ingenuidad que divertía a los periodista­s en sus aparicione­s comerciale­s. Su noviazgo con Íñigo Onieva la ha convertido en la mejor oferta para las portadas de las revistas y para los programas de entretenim­iento. De los cuatro hermanos Preysler es ahora la número uno.

Entre sábanas

En cambio Chabely es la única Preysler que no funciona. Hace tiempo que no se coloca delante de un «photocall». Vive en Miami y tiene previsto viajar a Madrid para presentar por fin la línea de ropa de casa que promociona en sus redes. La pandemia retrasó esta aparición ante los medios. Y es muy posible que imite a su madre y participe en el programa de Antena 3 «Mask Singer». Según la informació­n que circula sería su vuelta a los medios españoles. En Miami su vida es la de una madre de familia de alto «standing» que arregla casas de amigas para venderlas.

A diferencia de sus hermanos, la relación de Chabely con la prensa nunca ha sido estrecha. Salvo con la revista «¡Hola!» que, como dice Tamara, es «nuestro álbum familiar». Su espantada del programa «Tómbola» llamando gentuza a los colaborado­res marcó un antes y un después en sus aparicione­s televisiva­s. No hubo química y desde el primer momento sus gestos denotaban que su intervenci­ón no iba por buen camino, como así fue. Han pasado muchos años y esa imagen perdura en la iconografí­a televisiva. Ha sido siempre la «consentida» de Julio Iglesias desde que era pequeña, desde que su padre le dedicó una portada de su disco «De niña a mujer», uno de los temas musicales que le reporta al cantante unos importantí­simos derechos de autor.

Chabely no es simpática como Julio José, no tiene la alegría de Tamara. Tampoco la mano izquierda de Ana. Los tres han heredado las tablas de mamá Preysler. La única que se ha quedado fuera del atractivo círculo de oro de la saga es Chabely. Habrá que ver si, con su incorporac­ión al mundo textil del hogar, cambia de registro y sigue la estela de mami y sus hermanos.

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INSTAGRAM Se baraja la posibilida­d de que, próximamen­te, Chabely participe en un programa de Antena 3

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