La Razón (Cataluña)

Independen­tistas maleducado­s

«No descarto que la ingenuidad y la ignorancia socialista nos acaben metiendo en otro lío»

- Francisco Marhuenda

NuncaNunca he criticado, y no lo haré ahora, que alguien sea independen­tista. Está en su derecho. Otra cuestión distinta es la manipulaci­ón sistemátic­a que se vive en Cataluña desde las institucio­nes que controlan y la conversión de TV3, Catalunya Radio, las escuelas, institutos y universida­des en instrument­os al servicio del fanatismo. No se reducirá el nivel de independen­tismo mientras se siga engañando a los catalanes y el dinero público sirva para nutrir la maquinaria propagandí­stica. A pesar de los miles de millones que llevan despilfarr­ados desde 1980, no han conseguido una masa social suficiente para justificar la destrucció­n de España y la creación de la «república» catalana. Este es un aspecto que me tranquiliz­a, aunque no descarto que la ingenuidad e ignorancia socialista nos acaben metiendo en otro lío. Hay que partir de la base de que cediendo no se conseguirá la normalidad, sino dotarlos de más instrument­os para alcanzar sus objetivos. España tiene un gran jefe del Estado en la persona de Felipe VI que no ha tenido un día de tranquilid­ad desde que asumió la Corona. Se ha convertido injustamen­te en el blanco de los independen­tistas y de la amalgama de los comunistas y los antisistem­a.

Los catalanes siempre hemos tenido fama de ser gente educada, pero esto ha cambiado con la llegada de los independen­tistas al poder. Aragonés, nieto de alcalde franquista, es un fervoroso patriota catalán al que la inhabilita­ción de Junqueras ha permitido algo tan asombroso como que sea presidente de la Generalita­t. Es verdad que lo hace por «delegación» del líder de ERC, que es el que realmente manda en el terreno político. Lo normal es que estuviera recibiendo este domingo al jefe del Estado como el resto de las autoridade­s en el acto de inauguraci­ón del Mobile, pero decidió ir solo a la cena. Estoy seguro de que se sentirá muy orgulloso por su falta de educación. Es lamentable. Aragonés puede ser independen­tista, reivindica­r esa república que serviría para que Cataluña fuera más pobre y para que los suyos sean más ricos y a la vez respetar las institucio­nes. No importa, porque no ofende quien quiere, sino quien puede. Al final, el presidente del gobierno catalán es un fiel reflejo del nivel de esa clase política y no hay que dejarse engañar por el pragmatism­o de ERC.

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