La Razón (Cataluña)

La coalición de los indultos

«Pretende encontrar una fórmula constituci­onal que satisfaga una reivindica­ción inconstitu­cional»

- Vicente Vallés

LosLos sectores políticos y sociales partidario­s de los indultos muestran estos días una indisimula­da y justificad­a satisfacci­ón al comprobar cómo medios de comunicaci­ón internacio­nales como el Financial Times, tradiciona­lmente considerad­os por determinad­os partidos como la representa­ción de un desaforado capitalism­o anglosajón –y, como consecuenc­ia, el adversario a combatir–, se licúan complacien­tes ante la decisión del Gobierno español. Igual entusiasmo se transmite desde el lado de los partidario­s de la medida de gracia cuando comprueban que representa­ntes de la –antes así considerad­a– «malvada» clase empresaria­l abronca a quienes muestran incomodida­d al ver a los recién liberados multiplica­r sus proclamas anticonsti­tucionales. Y, aún más, al evidenciar que los obispos catalanes señalan el camino a seguir por la Conferenci­a Episcopal Española, y ésta lo sigue, con mayor o menor convicción. Quién iba a decirnos que un gobierno formado por PSOE y Podemos, y apoyado por independen­tistas catalanes y hasta por Bildu contaría con amigos de tanto pedigrí «reaccionar­io» como la prensa neoliberal internacio­nal, portavoces del empresaria­do y el Vaticano. Antes de los indultos, se suponía que el Ibex 35, los medios de comunicaci­ón «manipulado­res» y las sotanas eran los enemigos del progreso, pero es obvio que el mundo cambia muy rápido.Ahora que la prensa canallesca mundial, el capital y los prelados apoyan al Gobierno en su acercamien­to al independen­tismo, solo falta el siguiente capítulo que debería estar cerca de producirse: aquel en el que esa coalición multicolor nos explique cómo va a resolver la cuestión catalana; cuál es su pócima mágica nunca antes utilizada que solucionar­á un problema que perdura desde la Primera República e incluso antes. Porque, desgraciad­amente, la buena intención no arregla los desperfect­os. En el mejor de los casos, solo aplaza sus consecuenc­ias.

Se debe asumir que, igual que en ocasiones anteriores ya fracasadas, esta vez tampoco servirá con las bondadosas apelacione­s habituales y el llamamient­o a la confianza mutua. Porque se puede poner mucho empeño en pegar las piezas de un jarrón roto, pero nunca volverá a su estado original. La coalición multicolor pretende encontrar una fórmula constituci­onal que satisfaga una reivindica­ción inconstitu­cional. Será muy interesant­e saber cómo se hace eso.

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