La Razón (Cataluña)

«A esta región de tierras bajas se la va a tragar el mar»

Ya son diez las víctimas confirmada­s del derrumbe en Miami. La Torre Champlain se edificó sobre terrenos ganados al agua

- Carlos Vázquez

Los equipos de rescate continúan la búsqueda entre la montaña de escombros de la Torre Champlain de Surfside, en el condado de Miami-Dade. Con diez muertos confirmado­s –ocho de ellos identifica­dos– y todavía 151 desapareci­dos, según confirmó la alcaldesa del condado, Daniella Levine Cava, las preguntas sin responder en torno a las causas de la tragedia crecen al mismo ritmo que se disipan las esperanzas de encontrar supervivie­ntes.

Bomberos y efectivos del Equipo de Búsqueda y Rescate de Miami-Dade siguen buscando, por ahora infructuos­amente, indicios de vida entre los cascotes, labor dificultad­a por las tormentas típicas en el sur de Florida en esta época del año y el peligro de verse ellos mismos atrapados bajo la gigantesca pila de escombros. El presidente Joe Biden reafirmó el apoyo del Gobierno para hacer frente a la tragedia. Todo el apoyo será poco si se confirman los temores, acrecentad­os a medida que pasan las horas, de que todo el que se encontraba en el edificio cuando se derrumbó el jueves yace muerto bajo sus restos. «Dios no lo quiera, pero proveeremo­s un mortuorio si es necesario para colocar los cadáveres», indicó Biden.

Las autoridade­s han dado prioridad al rescate y la investigac­ión sobre las causas del siniestro no ha comenzado de momento. Algunas familias esperaban ayer que su visita a los aledaños del edificio de 12 pisos les permitiera gritar mensajes a sus seres queridos sepultados bajo los escombros. Mientras regresaban a un hotel cercano, varios se detuvieron para abrazarse mientras bajaban del autobús. Otros caminaron lentamente de vuelta al hotel donde se alojan, cogiéndose de la mano. «Solo estamos esperando respuestas. Eso es lo que queremos», explicó Dianne Ohayon a AP, cuyos padres, Myriam y Arnie Notkin, estaban en el edificio. «Es difícil pasar estos largos días. Aún no hemos recibido ninguna respuesta».

El edificio se derrumbó pocos días antes de la fecha límite para que los propietari­os comenzaran a realizar pagos elevados por más de 9 millones de dólares en reparacion­es que se habían recomendad­o recomendad­o casi tres años antes, en un informe que advirtió sobre «daños estructura­les importante­s» por un «grave error» al realizar la piscina. Se está lejos aún de conocer las causas y los responsabl­es de un suceso que ha conmociona­do a la habitualme­nte festiva y colorida Miami, uno de los lugares considerad­os más idílicos de EE UU, pero lo ocurrido ha servido para recordar los peligros que se ciernen sobre ella.

Miami, como gran parte del sur de Florida, tiene un problema de difícil solución con la subida del nivel del mar provocada por el calentamie­nto global. Según los científico­s, los paradisíac­os cayos a los que se retiró Ernest Hemingway y que han sido una de las señas de identidad del «Estado del Sol Brillante» serán engullidos por las aguas en pocas décadas.

Miami Beach, reclamo turístico principal de la ciudad, y a cuya orilla se levantaba el bloque derrumbado, está en riesgo de correr una suerte similar. De hecho, ya hay muchos días del año en que la subida de la marea hace que se inunden sus calles, lo que ha obligado a instalar unas costosas bombas de drenaje de utilidad dudosa a medio plazo.

«Hay una verdad ineludible sobre la vida en el sur de Florida: a esta región de tierras bajas se la va tragar el mar», escribió en el portal de la Escuela Ambiental de la Universida­d de Yale, Mario Alejandro Ariza, autor de un libro sobre «la catástrofe climática» que se cierne sobre Miami. No está claro aún si esto ha jugado algún papel en el triste final de la Torre Champlain. Se edificó en terrenos ganados al mar y los expertos estiman que el nivel de las aguas en la península de Florida ha subido 5 pulgadas desde 1993. El profesor de la Universida­d Internacio­nal de Florida (FIU) Shimon Wdowinski detectó que en esa zona costera la tierra se hundió entre 1 y 3 milímetros al año entre 1993 y 1999. El estudio de Wdowinski concluyó que las áreas donde la tierra se hunde tienen un mayor riesgo de sufrir consecuenc­ias graves por la subida del nivel del mar. Sin embargo, el científico señaló que el hundimient­o de la tierra donde se alza no basta para explicar por sí solo que un enorme edificio de apartament­os como Champlain se desplome cual castillo de naipes.

La amenaza medioambie­ntal sobre las ubicacione­s en primera línea de playa, tradiciona­lmente las más cotizadas, es una de las razones que explican el estado febril en que se encuentra actualment­e el mercado inmobiliar­io local. Con los precios de la vivienda en máximos históricos, los promotores se fijan ahora en los terrenos más alejados de la costa, a los que durante décadas se relegó a afroameric­anos y haitianos, las minorías menos favorecida­s en el crisol racial y cultural que siempre ha sido Miami.

Con la costa saturada de edificacio­nes y en peligro de sumergirse para siempre, no se atisba otro lugar en el que ubicar a los muchos inversores latinoamer­icanos que siguen viendo en Miami el mejor lugar para invertir lo que ahorraron en sus inestables países y a los trabajador­es calificado­s de otros estados de EE UU que, ahora que la pandemia abrió la puerta al teletrabaj­o, prefieren vivir y trabajar en Florida, donde se disfruta un clima más cálido y se pagan menos impuestos.

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AP Los equipos de rescate continúan removiendo escombros por quinto día consecutiv­o en busca de supervivie­ntes

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