«TUVIMOS UNA DESCONEXIÓN ABSOLUTA CON LOS ELECTORES»

DiceDice usted, señora delegada, que la causa de los malos resultados de su partido en Madrid no era la calidad de los candidatos, sino la falta absoluta de conexión con el electorado, debida a la ausencia de inteligencia emocional, y que ahora, de la mano de Pedro Sánchez, toca combatir el modelo de sociedad generado por los gobiernos del PP. En cierto modo, se puede coincidir en una parte de su análisis, porque el señor Gabilondo no era, en efecto, un mal candidato, aunque su partido lo haya despedido con los modos de un cochero, y hubiera podido obtener un resultado mucho mejor de no haberse llevado la campaña electoral al barro, que es lo que hizo, precisamente, su partido cuando le entró el pánico. También es razonable su confesión de que el socialismo madrileño ha perdido el contacto real con las gentes a las que aspira a gobernar, pero no parece que la solución se encuentre en una de esas operaciones de ingeniería social sanchista, entre otras cuestiones, porque en Madrid y sus alrededores cohabitan con pasmosa normalidad todo tipo de gentes raras, modelos familiares, fórmulas sociales, gustos y colores, como podrá usted misma comprobar desde su actual cargo gubernamental, policía en una de las metrópolis más seguras, tolerantes y pasotas del orbe. En este campo, el de los modos y las modas, cualquier invención viene con el marchamo de «probada en combate», como bien le explicarían algunos de los viejos penitentes de la movida, que, las vueltas que da el mundo, conectan mejor con la taberna de Ayuso, que con los doctrinarios de la nueva siniestra, que traen un punto de puritanismo muy poco amable. Tal vez, el problema del PSOE madrileño, visto desde fuera, claro, sea que no le gustan sus votantes. Y viceversa. Porque sabemos de algunos amigos socialistas de carné a rosca que asisten atónitos a la deriva del Gobierno y con los que, para eso está la amistad, se acaba hablando de fútbol y de la mejor manera de preparar los torreznos. Que dicen que es la de Soria, pero vaya usted a saber.