Una jugada maestra
Sin rueda de prensa. Sin querer hacer más ruido que el estrictamente necesario. Pero el caso es que unos coleccionistas americanos han regalado un Picasso al Prado. Y ya los titulares hablan de que se desata de nuevo la guerra entre los dos museos. Ni siquiera se detendrán en los 18,5 millones que perdió el museo el año pasado. España debe ser el único país del mundo en el que si te regalan un Picasso, no solo debes pedir permiso para aceptarlo, sino que encima sabes que vas a tener lío. Es lo que debió pensar Miguel Falomir, director del Prado, cuando fue a informar al Ministerio de Cultura de que los herederos de Jerónimo Arango, hermano mayor de otro ilustre donante y anterior presidente de su Patronato, Plácido Arango, habían decidido regalar el «Buste de Femme» de Picasso al museo. Y lo hicieron como lo hacen los americanos cuando regalan: a través de una Fundación, los American Friends of the Prado Museum en este caso, que les permite recibir exenciones fiscales. Eso sí: la donación debe ser a cinco años, tiempo mínimo que establece la ley de Estados Unidos para desgravarse.
Tampoco es la primera vez que los American Friends intervienen en una donación al Prado. Hoy, la misma noticia que anunciaba en su web la incorporación del Picasso, añadía que el «Retrato de Felipe III» atribuido a Velázquez que donó
William B. Jordan en 2016, concluido el tiempo de depósito, pasaba a incorporase definitivamente a la colección. Y en 2019, la coleccionista española afincada en Estados Unidos Pilar Conde regaló al Prado por el mismo procedimiento un «Cristo resucitado» del miniaturista Giulio Clovio.
Pero algunos seguirán hablando de la guerra entre el Prado y el Reina. No hay tal gracias al procedimiento seguido por los American Friends. Una jugada maestra con final feliz. Quizá lo que deberían plantearse los que se regodean en aquella decisión tan particular –«antes de Picasso al Prado y a partir de él al Reina»– es por qué nadie regala picassos al Reina y, sobre todo, por qué gran parte de los que tiene este museo proceden del propio Prado: el «Guernica» y sus bocetos, y el legado de Douglas Cooper. Pero de eso nadie habla. Sí dicen estos mismos «expertos» que este busto pintado en 1943 estará muy solo en el Prado, perdido entre tanto clásico. Pues tampoco. Cuelgue donde cuelgue estará bien acompañado, sea junto a los retratos de El Greco, la condesa de Vilches de José de Madrazo, o «La Boulonnaise», de María Blanchard. Y algo más. Por fin Pablo Picasso podrá tener una obra en el museo que dirigió durante tres años, aunque nunca tomara posesión del cargo. No será el «Guernica» como él quiso, sino este retrato de mujer que, como cualquier obra de arte, convivirá sin problemas ni complejos como lo han hecho otros picassos que le han precedido en varias y magníficas exposiciones. Picasso vuelve al Prado. Esa es la mejor noticia.
«Por fin Pablo Picasso podrá tener una obra en el museo que dirigió durante tres años, aunque nunca tomara posesión del cargo»