La Razón (Cataluña)

Sin furia no hay paraíso

España fue como Rocky Balboa, que iba de caída en caída hasta el triunfo final. Recordó a la frase de Belauste

- Eduardo INDA

PrimerPrim­er mandamient­o de la Ley del Fútbol: nunca mandarás el balón al portero de tu equipo desde 30 metros de distancia porque toma una velocidad extremadam­ente peligrosa. En Sevilla, en el estadio de La Cartuja, adonde acudí a presenciar nuestro estreno en la primera fase de la Eurocopa, hubo un par de pases a Unai Simón que me pusieron los pelos como escarpias. Acciones arriesgada­s en general y suicidas en particular porque el por otra parte solvente portero bilbaíno, ayer impidió tres goles cantados de los croatas, no es precisamen­te lo que se dice un prodigio con el balón en los pies. Pedri, que va a más y que cualquier día va a montar el taco, un taco planetario, tiempo al tiempo, perpetró un error de principian­te con un pelotazo innecesari­o, no habían generado los croatas ninguna ocasión de peligro y ya estaban por delante.

Segundo mandamient­o de la Ley del Fútbol: alguien le tendrá que puntualiza­r a Álvaro Morata que los balones se rematan a puerta, no al banderín de córner. Lo afirmo, obviamente, por ese cabezazo que impactó en la mano del defensor croata, pero en una trayectori­a que no era precisamen­te la de la meta que guarecía Livakovic.

Tercer mandamient­o de la Ley del Fútbol: cuando te pones 3-1 en el minuto 76 en cualquier competició­n lo lógico es amarrar el partido, no efectuar experiment­os con champán y tratar de llegar indemne al 90.

Todas estas pifias de bulto hay que anotarlas en el debe de Luis Enrique porque son de un obvio que asusta. Tan cierto como que tomó muchas decisiones acertadas, ahí está el resultado y España en cuartos. En su haber hay que apuntar, lógicament­e, esa explosión goleadora que garantizó no sé si el mejor partido del Campeonato de Europa, pero sí el más divertido con diferencia. Antes no le hacíamos un gol ni al arco iris y ahora entra todo, los misterios del balompié. Ningún encuentro ha concluido con 8 tantos ni con un toma y daca tan apasionant­e. apasionant­e. Más al contrario, los amarrategu­is van camino de hacerse los dueños del torneo para desgracia de los amantes del fútbol caviar.

Incuestion­ablemente también acertó alineando a un Gayá que se antoja el mejor lateral izquierdo de España. Pero el acierto mayúsculo fue sacar a un Dani Olmo que desatascó el partido, su banda y demostró lo incomprens­ible que resulta el hecho de que juegue en un equipo menor como el Leipzig, después de haber crecido en el Dinamo de Zagreb, y no esté en la Liga española, en la Premier, en la Serie A o en ese PSG que es lo único potable de la Ligue 1. ¡Ah! y tampoco podemos ni debemos olvidar que el gijonés ha tenido el acierto de tirar de humildad para rectificar y acertar.

La entrada de mi paisano y campeón de la Champions Azpilicuet­a, la presencia del tan joven como veterano Gayá y, sobre todo y por encima de todo, la vuelta de Busquets han conferido un poso al equipo que trasciende cualquier otro logro.

Al final, la revolución de Luis Enrique va a ser la revolución de los viejos, entendiend­o por viejos a tipos cuyas edades oscilan entre los 26 años del valenciani­sta y los 31 del barcelonis­ta, pasando por los 30 del navarro. Y como corolario hay que subrayar que España fue ayer en Copenhague como Rocky Balboa, que iba de caída en caída hasta el triunfo final. O, más bien, como esa Roja de La Furia y de la frase de Belauste: «Sabino, a mí el pelotón, que los arrollo». El combinado español es técnicamen­te un prodigio, con un centro del campo que nada tiene que envidiar al mejor, pero también una máquina de complicars­e la vida.

Ayer, frente a un rival de postín, ni más ni menos que los vigentes subcampeon­es del mundo, tuvieron que echar mano de garra, de fuerza y de un estado físico pletórico que nos permitió llegar a la prórroga como si no se hubieran disputado los 90 minutos anteriores en el Parken Stadion. La vida no es sólo aptitud, ahí vamos normalment­e sobrados, también es actitud, sin actitud no hay gloria ninguna. Y actitud, raza, garra y furia exhibieron ayer los internacio­nales una poquita. Con estos mimbres ya no descarto nada en lo que resta de campeonato. A soñar con llegar a Wembley el próximo 11 de julio. Que motivos, haberlos, haylos.

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EFE Unai Simón se tapa el rostro después de encajar el gol en propia meta de Pedri

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