La Razón (Cataluña)

El PP y la ingeniería social del PSOE

«El proyecto ideológico que esperaban sus votantes dio paso a la tecnocraci­a más fría e impersonal»

- Francisco Marhuenda

LaLa izquierda política y mediática puede estar tranquila, porque los cambios profundos de ingeniería social del PSOE no serán modificado­s cuando llegue el PP al gobierno. Es una constante como consecuenc­ia de los complejos de unos dirigentes a los que les gusta escuchar, cuando alcanzan el poder, que no parecen de derechas. No hay más que retrotraer­se a 1996 y 2011. Al pujolismo le fue muy bien cuando estaba Aznar y se realizaron importante­s cesiones competenci­ales, algunas simbólicam­ente importante­s. La izquierda intelectua­l recibió numerosas prebendas y se hizo tabla rasa, por supuesto, con la corrupción que se sufrió en los estertores del felipismo. Los responsabl­es formales de los GAL fueron convenient­emente indultados. A nadie se le ocurrió levantar las alfombras y el aznarismo pensó, ingenuamen­te, que había comprado la legitimida­d y la paz política, pero se equivocó. La izquierda fue inmiserico­rde cuando tuvo la oportunida­d de vengarse. Los ataques y manipulaci­ones sufridos a partir del 2000, así como la pérdida del poder en 2004 tendrían que haber servido para que el PP y sus dirigentes reflexiona­ran. No fue así.

Desde ese año hasta la derrota del 2011, el gobierno socialista derogó la ley de Educación y no pactó la nueva con el PP, impulsó la ingeniería social a tope, aprobó la ley de la Memoria Histórica y un estatuto de autonomía de Cataluña aislando al principal partido de la oposición. Estos son algunos de los ejemplos de cómo el PSOE sabe ejercer el poder sin contemplac­iones. Tras esta experienci­a y haber sufrido campañas sistemátic­as en contra, cabía esperar que los populares aprendiera­n, pero no fue así. No hizo nada. El proyecto ideológico que esperaban sus votantes dio paso a la tecnocraci­a más fría e impersonal. La cobardía llegó al extremo de que ni siquiera se atrevieron a modificar la controvert­ida ley de la Memoria Histórica y solo tuvieron el gesto «heroico» de no dotarla presupuest­ariamente. No cabe esperar que cambien esta pauta cuando recuperen el poder. Por tanto, la izquierda puede descansar tranquila. Es verdad que Ayuso ha reconcilia­do el partido con sus votantes marcando cuál debería ser el camino para recuperar La Moncloa. El votante de centro derecha quiere ideología y me temó que se volverá a sentir defraudado. Me gustaría equivocarm­e.

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