La Razón (Cataluña)

«Cuando no veía a Fernando Simón en la televisión me entraban sudores»

El actor llega al Festival de Mérida con «Los dioses y Dios» para divagar de la vida y la mitología a partir de Plauto

- Julián Herrero

ElEl Brujo, Rafael Álvarez (Lucena, 1950), sigue fiel a aquello que le escuchó «al maestro», dice, Tony Leblanc: «Cambia el título del espectácul­o, pero no los chistes». Y es que si no cuenta uno de esos chascarril­los con los que lleva más de dos décadas la gente se lo echa en cara. «Se mosquean. A alguno le interesa más lo del cura de mi pueblo que Plauto», se sincera un actor que hoy desembarca en las ruinas de lo que fue Augusta Emerita con «Los dioses y Dios», a partir del «Anfitrión» de Plauto. Es lo último que ha preparado El Brujo para su séptima visita al Festival de Mérida, una de tantas citas veraniegas que tiene por toda España.

–Seis montajes diferentes en menos de treinta días. Eso es para volverse loco.

–Ya lo estaba de antes [ríe]. –¿Cómo no se pierde?

–Con hambre, necesidad, memoria y ganas de hacerlo a pesar de los años. La pandemia nos ha dado un meneo importante. Ha sido un palo muy gordo para las finanzas y no queda otra. Somos un equipo grande, aunque solo se me vea a mí sobre el escenario.

–¿Se pasó el susto?

–Todavía no, pero sí hay menos miedo.

–¿Se planteó cerrar el chiringuit­o?

–No, todavía soy joven en muchas cosas. Tengo necesidade­s de no jubilado. No puedo pensar en eso ni por asomo.

–Y en esas surge «Los dioses y Dios»...

–Salido de la imaginació­n.

–De eso le sobra.

–Nunca sobra. Es la manera de adaptar los clásicos a mi estilo, que tiene mucho que ver con el teatro romano. Eran cómicos ambulantes y Plauto les copiaba los chistes como si fuera el Club de la Comedia. Les da forma, y yo ahora ahora me pongo a hablar de los dioses en la cultura antigua y de Dios en la pandemia.

–¿Se ha apoyado mucho en Dios con la Covid?

–Sí. Pero yo soy de otra cuerda, soy de la mística. De la experienci­a más que de la creencia como un dogma o porque lo diga una religión. Pero la percepción de Dios no es a partir de los sentidos, es intuitiva. Luego está la mitología, que es una forma de dar respuesta a grandes preguntas sin respuestas. Cuando la mitología no sabe de qué color es una cosa se inventa un cuento y su función es calmar la ansiedad. Eso tiene que ver con la religión y la capacidad del cerebro para evoluciona­r y hacer frente a los retos de la superviven­cia.

–¿Cómo ha sobrevivid­o? –Meditando mucho y haciendo labores creativas. –¿Cómo va la «simonitis aguda grave»? –[Risas] Veía todos los días al Dr. Simón. Contaba cuentos que no tenían nada de científico­s. Decía «todavía faltan los datos de ayer», así que nunca tenía la certeza total. Eso sí, me tranquiliz­aba. Daba la sensación de que estaba controlado cuando la realidad es que él mismo estaba diciendo todo lo contrario. Me enganché a Simón, y cuando no salía en la tele me bajada la tensión y tenía sudores. –¿Es optimista? –Durante la pandemia he tenido ratos pesimistas. Creía que no terminaba nunca.

–¿Tuvo miedo real? –El que tocaba. Nunca hay miedo de más.

–Es un sistema de defensa...

–Cuando no te paraliza, porque si no te anula. Creo que los políticos también han tenido miedo. Ahí se vio su lado humano, pero les duró nada. Ver a Rita Maestre hablar bien del alcalde solo se consigue con la Covid. –¿Somos ahora mejor sociedad que en enero de 2020?

–A cambiado a mejor. Parece que nos hemos conciencia­do de que hay que cuidar el planeta; y que la ciencia y la tecnología no tienen todas las claves de la existencia. Formamos parte de algo más grande que nosotros mismos.

DÓNDE: Teatro Romano de Mérida. CUÁNDO: de hoy al 4 de julio. CUÁNTO: desde 13 euros.

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JERO MORALES/FESTIVAL DE MÉRIDA

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