LA ESPERADA RECUPERACIÓN
ElEl segundo semestre del año, al que ya nos asomamos, tiene que ser el de la aceleración definitiva del sector del motor, tan importante para la economía española. Es cierto que los datos de los cinco primeros meses se han quedado por debajo de las expectativas y que deben cambiar muchas cosas para que, el esperado desarrollo de las ventas y del comercio, se mantenga en el tiempo y no sea sólo fruto de la demanda embalsada durante los meses de pandemia. De nada sirve ya lamentarse de los errores cometidos, entre los cuales el incremento del Impuesto de Matriculación decretado por el Gobierno en contra de todas las opiniones de los expertos no es el menor. Tampoco el único. La continua persecución de los conductores, que se ven asediados tanto por unas multas abusivas de circulación como por anuncios de imposición de peajes en las carreteras o incrementos, aún más, de los precios de los combustibles, no favorecen el espíritu comprador de los ciudadanos. Si a ello añadimos las incertidumbres sobre cómo se va a desarrollar la movilidad en el futuro y sobre las perspectivas económicas en general, con un índice de confianza de los consumidores por los suelos, según los informes del Banco de España, la situación no se ha presentado muy boyante en los seis primeros meses del año. Pero lamentarse no vale para nada. Hay que reconocer los muchos errores que se han cometido y tratar de corregirlos. Porque la situación debe cambiar. No queda más remedio. La crisis de los semiconductores está siendo resuelta adecuadamente por los fabricantes que tienen establecidas factorías en nuestro país. Con los datos de 2020 en la mano, España, con 2.268.185 unidades producidas, ya ocupa la octava posición en esta importantísima clasificación mundial, por delante de Brasil aunque aún por debajo de México.
Es cierto que la producción se redujo en el 19,6% frente a los 2.822.632 coches registrados en 2019, que no se vio afectado por la crisis. Pero lo que no podemos perder de vista es que las exportaciones se redujeron menos, un 15,5% frente a 2020, cifra que coloca aún a España como uno de los grandes vendedores en el exterior. Concretamente 1.951.448 automóviles producidos en las plantas españolas fueron lejos de nuestras fronteras, lo que coloca a este sector como el mayor aportador a la balanza de pagos anual del Estado.
Por un lado, el Gobierno debe ver al automóvil como el sector mayor aportador de fondos al Estado y de mano de obra a la sociedad, facilitando su actividad en lugar de atacarlo. Y en esta línea, es necesario continuar con un impulso firme, decidido y constante, a favor de la mejora de las infraestructuras de recarga eléctrica que, actualmente, se encuentran en niveles ínfimos respecto a lo necesario si queremos que, de acuerdo con todas las tendencias, el coche eléctrico sea una realidad aquí como lo es ya en otros países de la Unión Europea.