BILL COSBY QUEDA EXONERADO PORQUE NO TUVO UN JUICIO JUSTO
Anulan su condena por agresión, que supuso una victoria del Me Too, porque el jurado pudo estar «contaminado»
La justicia a veces escribe con renglones torcidos, tanto que resulta difícil entenderla. Bill Cosby, comediante, cómico, conocido como el padre de América y, hasta ayer, un peligroso depredador sexual, ha salido en libertad después de pasar dos años de los diez a los que fue condenado en 2018. La Corte Suprema del Estado de Pensilvania atendió el recurso de sus abogados y anuló la condena porque el jurado pudo estar «contaminado».
Las pruebas contra él demostraron que Cosby invitó a su casa de Filadelfia en 2004 a la ex jugadora de baloncesto Andrea Constand. Ella le consideraba su mentor y por eso acudió confiada para hablar supuestamente de su futura carrera de actriz. Allí la drogó y, una vez inconsciente, la violó. «Ha llegado el momento de impartir justicia, señor Cosby, y ahora todo se le va a volver en contra»¸ le dijo el juez Steve O’Neill al hacer pública su sentencia. Y continuó con un intervención demoledora, convirtiendo en polvo los alegatos del acusado: «Usted cogió el precioso y joven espíritu de esta mujer y lo destrozó».
Las pruebas
La Corte Suprema no ha puesto en duda las pruebas expuestas, que los abogados de Cosby siempre aseguraron que eran falsas. Lo que ha estimado como inadmisible es que otras cinco mujeres que también habían acusado al actor de haberlas agredido sexualmente, aportaran su testimonio en el juicio. Cualquiera ajeno a las leyes podría pensar que con ello se reforzaba la idea de su culpabilidad y ha sido precisamente eso lo que ha deparado la nulidad de la sentencia. Los juristas han considerado que los relatos de esas mujeres no estaban vinculados directamente con el caso de Andrea Constand, que ellas hablaban de hechos no probados y lanzaban opiniones personales sobre el carácter del acusado. Con ello creen que influyeron en el jurado, lo contaminaron. Les impidió centrarse solo en ese caso. Y de esa forma, Bill Cosby podrá celebrar dentro de un par de semanas su 84 cumpleaños en su lujosa mansión de Filadelfia.
No es la primera vez que el viejo comediante consigue librarse en los tribunales de la sentencia que la justicia popular demanda desde que 60 mujeres le señalaran como un monstruo que se valió de su ascendencia, su popularidad y de la fuerza física para abusar de ellas. En 2015 fue juzgado por «asalto indecente agravado», pero el juicio fue declarado nulo porque el jurado no fue capaz de ponerse de acuerdo sobre un veredicto.
Ni la avalancha de denuncias ni la sentencia que le ha confinado durante los dos últimos años en una prisión han agrietado la entereza de Cosby, siempre rotundo la negación de los supuestos delitos. «Cuando pueda salir en libertad condicional, no me escucharán decir que tengo remordimientos -aseguró en una entrevista que concedió hace unos meses vía telefónica desde la cárcel-. Yo fui el que estuve ahí. No me importa nada de lo que hablen personas que no vieron lo que pasó. No lo saben. […] Esto ha sido una trampa. Una venganza. Un tema político». Con esto último se refería a que fue en el inicio del movimiento Me Too, destapando los casos de abuso en Hollywood, cuando empezaron a aparecer las primeras denuncias contra él. ¿Hubo sexo? Sí, pero fue consentido. Así, 62 mujeres crearon una fabulación para buscar una cabeza de turco, según él.
Las reacciones han hecho que la fiscalía estudie solicitar otro juicio o activar alguna de las otras denuncias que quedaron paralizadas al estimar que una sentencia de diez años contra un octogenario era suficiente. Las redes sociales ya están siendo altavoz de una indignación que seguramente provoque un terremoto legal en EE UU. Solo una voz satisfecha se ha colado entre tanta decepción: «¡Por fin! Se está corrigiendo un terrible error de la justicia», tuiteaba la actriz Clair Huxtable, quien durante años fue su esposa en la serie que dio fama a su protagonista. Dolores Troiani, la abogada de Andrea Constand ha resumido así la sensación de quienes se siente víctimas: «Y luego se extrañan de que las mujeres sientan que no merece la pena denunciar».