Tregua en la «guerra de las salchichas»
Londres y Bruselas aceptan que se pueda exportar sin controles este producto cárnico de Gran Bretaña a Irlanda del Norte en un primer gesto de distensión en medio de las disputas post Brexit
Los habitantes de la provincia británica de Irlanda del Norte pueden respirar tranquilos. Hoy, después de levantarse, podrán seguir disfrutando de un opíparo desayuno típicamente británico formado por los embutidos habituales, entre los que no faltarán las emblemáticas salchichas.
La UE y Reino Unido han alcanzado una tregua que permite a los británicos un aplazamiento de tres meses, hasta el 30 de septiembre, a la hora de poner en macha nuevos controles en la exportación de salchichas y otras carnes refrigeradas desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte.
Inicialmente estas exportaciones iban a estar prohibidas desde hoy ante la negativa de Reino Unido a poner en marcha estas medidas a las que se comprometió en el acuerdo de divorcio sellado con los Veintisiete. El vicepresidente de la Comisión Europea Maros Sefcovic avisó de que la buena voluntad de Bruselas no puede confundirse con un «cheque en blanco» y que este tiempo debe ser aprovechado para hallar una solución duradera.
La normativa comunitaria no permite la exportación de salchichas y otras carnes refrigeradas para consumo humano desde países terceros a los Veintisiete, a no ser que hayan sido congeladas o a que este país se comprometa a seguir las normas sanitarias y fitosanitarias europeas, lo que se ha negado a hacer hasta el momento Reino Unido. Londres siempre ha defendido la necesidad de salir de la unión aduanera y el mercado común tras el Brexit como modo de liberarse del yugo regulatorio bruselense. De ahí la importancia de este tregua anunciada ayer en la ya bautizada como «guerra de la salchichas».
Bruselas no pierde la esperanza en que Reino Unido acabe dando su brazo a torcer. «Como he dicho de manera repetida a las partes involucradas en Irlanda del Norte, esto conllevaría la desaparición en un instante del 80% de los controles previstos en el Protocolo de Irlanda», recordó Sefcovic. Las señales, sin embargo, siguen sin ser alentadoras «Nos complace haber sido capaces de acordar una extensión sensata sobre las carnes refrigeradas que van desde Gran Bretaña a Irlanda del Norte; una que no requiera que las reglas en el resto de Reino Unido se alineen con futuros cambios en las normas agroalimentarias de la Unión Europea», aseguró el negociador británico David Frost.
A pesar de esto, este nuevo período está sujeto a condiciones estrictas. Los productos cárnicos deberán permanecer bajo el control de las autoridades de Irlanda del Norte en todas las fases del proceso. Estos alimentos deben estar acompañados de los certificados sanitarios expedidos por las autoridades británicas competentes y pueden ser vendidos exclusivamente a los consumidores finales en supermercados situados en Irlanda del Norte. Nada de entrar en el mercado europeo por la puerta de atrás.
La salida de Reino Unido del bloque comunitario siempre ha supuesto un verdadero rompecabezas para la situación de Irlanda del Norte y se convirtió en el gran escollo para alcanzar el acuerdo de divorcio. Tras el portazo británico, la división entre las dos Irlandas que separa la provincia británica de la República de Irlanda se convierte en la única frontera terrestre –junto con Gibraltar– entre Reino Unido y la UE y la que blinda la integridad del mercado común.
La negativa de Reino Unido a seguir formando parte de la unión aduanera, tras consumar el divorcio, amenazaba con volver a levantar una frontera dura en el Ulster que pusiera en peligro los Acuerdos de Viernes Santo de 1998 que consiguieron la paz entre católicos y protestantes tras décadas de terrorismo.
Para evitarlo, la UE y Reino Unido acordaron una imaginativa solución por la que la provincia de Irlanda del Norte no forma parte desde el punto de vista formal de la unión aduanera europea, pero sí queda sujeto a una serie limitada de normas de la UE. Esto desplaza los controles fronterizos de mercancías a la frontera del mar de Irlanda, con el fin de preservar el mercado común europeo. El problema es que Reino Unido no ha sido capaz en estos meses de poner en marcha estas medidas a las que se comprometió en el Protocolo de Irlanda, que tantos quebraderos de cabeza ocasionó durante las negociaciones, y argumenta el posible desabastecimiento en los supermercados Por eso, las dos partes han decidido extender el período de gracia. Además, Bruselas anunció otra series de medidas para facilitar el flujo de bienes entre las dos partes y que incluyen los medicamentos, los perros guía y los seguros para conductores de motos. La tregua de los tres meses es el primer gesto de distensión entre Bruselas y Londres en plenas disputas post Brexit.
El vicepresidente Sefcovic avisa de que la buena voluntad de Bruselas no puede confundirse con un «cheque en blanco» Desde que entró en vigor el Brexit, Reino Unido no ha sido capaz de cumplir el Protocolo de Irlanda que evita una frontera dura