¿No serás tú el ganador de 731 millones?
Uno de los 1.200 habitantes de un pueblo de EE UU esconde que ha ganado el premio gordo de la lotería
ElEl dueño de la tienda de lotería dice que él no sabe, y que si sabe, o si sospecha, no piensa decir nada pese a las preguntas de los periodistas y de los vecinos del pueblo que quieren conocer por simple curiosidad o porque les come la envidia o para pedir ayuda. Quieren saber, pero el dueño de la tienda al lado de Lonaconing, un pueblo perdido, ya sin minas de donde sacar riqueza y humilde en Maryland, en Estados Unidos, no sabe nada o si sospecha, no piensa decir nada acerca de quién puede haberse llevado los 731 millones de dólares de lotería, el tercer mejor premio de los sorteos de azar. El ganador permanece anónimo y todos en el pueblo miran al vecino, a ver si hace obras, cambia de coche o se muda para buscar una nueva vida de lujo y sin preocupaciones materiales lejos de los cotilleos de un pueblo de 1.200 habitantes.
Según el Washington Post, al dueño de la tienda le ha tocado un pellizco de unos 100.000 dólares que se da a quien reparte el premio y que va a utilizar para pagar a sus empleados y hacer obra. Si tiene tiempo, claro, porque desde enero, que es cuando tocó, hasta ahora, se pasa el tiempo respondiendo a la gente que le pregunta por el ganador o que rellenan boletos con los mismos números (40-53-60-68-69), como si el azar fuese tan chistoso que repitiera sus claves. Hay quien intentó ser más listo aún y llegó a la tienda pidiendo, por favor, que le imprimiera de nuevo el billete con los números ganadores, que lo había perdido y lo necesitaba para poder cobrar.
No coló.
Hubo una carta anónima que señaló, como ganadores del premio, a un matrimonio con siete hijos. No había pruebas, pero quién quiere pruebas. A partir de ese momento comenzaron a recibir cartas pidiendo ayuda. Desde problemas trascendentales, como familiares enfermos que necesitan ese dinero para poder pagar sus cuidados en una sociedad donde ir al hospital es meterse en una deuda, hasta asuntos tan cotidianos (pero que reflejan también o más las dificultades a las que no se puede hacer frente sin dinero) como comprar un par de motosierras o ayuda para poder pavimentar el camino de entrada a su casa.
El asunto empezó a ser tan agobiante, además del peligro de verte señalado como millonario de repente, que la pareja publicó una carta negando ser los afortunados y pidiendo que les dejaran en paz, que tenían que seguir viviendo con las mismas estrecheces que antes.
Aunque la cantidad ganada se reduce a la mitad por el pago de impuestos, siguen siendo tantos millones que los vecinos más necesitados (y todos se sienten más necesitados que quien gana 731 millones) siguen viviendo con la certeza de que hay uno de ellos que miente, pero que, y esto es lo importante, no va a poder seguir mintiendo durante mucho más tiempo.
El premio se puede cobrar de una vez o durante 29 años, lo que asegura una jubilación sin tener que mirar las decisiones de los gobiernos con las pensiones. Antes o después se notará en una compra inesperada, en una rutina que se rompe. Por ejemplo, ese señor que iba siempre a la tienda de lotería para apostar y dice, y sospecha el dueño, no ha vuelto a aparecer.