Un adecuado punto final
Obras: «Sinfonía nº 2», «Lobgesang», de Mendelssohn. Intérpretes: Camilla Tiilling, soprano; Maite Beaumont, mezzo, y Werner Güra, tenor. Coro y Orquesta Nacionales. Director: David Afkham. Auditorio Nacional. Madrid, 26-06-2021
La Nacional ha llegado al final de una singladura bastante especial, acosada por la pandemia y haciendo de la necesidad virtud. No está mal que la obra que remate el curso haya sido la «Segunda Sinfonía» de Mendelssohn, «Lobgesan», una composición magnífica, de un melodismo caudaloso, que no ha sido casi nunca apreciada en su incuestionable valor y que se escribió en el año 1840 para conmemorar el cuarto centenario de la imprenta de Gutenberg.Como cierre de una temporada tan agitada como esta se encuentra especial conexión con las palabras que recita el tenor en el nº 6 de la partitura: «Las ataduras de la muerte nos atraparon, el miedo al Infierno nos sacudió». Hemos escuchado
escuchado una estupenda versión llevada de la mano por el gesto elocuente y elegante, no especialmente variado, de Afkham, bien conectado con sus músicos, atento a la acentuación y al despliegue melódico, y hábil en la concertación y en la conjunción de los distintos elementos, atento a la intervención de los solistas. Tras la solemnidad de los primeros acordes, con los trombones en ristre, la rectoría supo imprimir la ligereza exigida a la música. Por momentos hubo una preponderancia de los vientos sobre una cuerda disminuida. Muy bien el «Allegretto», leve y fluido, con afortunadas intervenciones de la madera.
En el «Adagio religioso» tuvimos el solicitado clima de recogimiento con un imponente coral de metales y maderas. Y nos adentramos en la «Cantata», que dio lugar a una precisa entrada del Coro, como es lógico con las voces amortiguadas por las mascarillas, al igual que los solistas. Camilla Tilling lució su voz clara, delgada y ondulante. Por su parte, Werner Güra, tenor lírico-ligero, exhibió su indudable clase. La mezzo lírica española Maite Beaumont, no siempre muy audible, puso de manifiesto su maleabilidad, dibujando con la soprano un bello y espirituoso dúo. Bien entonado por el coro el momento en el que se
cantan las palabras «Concédenos la protección de la luz», que anuncia la triunfal entrada del órgano, aquí tocado por el infalible Daniel Oyarzábal. La masa coral, bien manejada por Afkham, se mostró elástica y afinada en las frases «Dad gracias todos a Dios». Cierre monumental con la sopranos coronando en La agudo y toda la Orquesta en el cénit. «Honor y gloria al Señor». Honor y gloria a la Nacional y su coro al cierre de una temporada tan conflictiva. Muchos aplausos, incluido un joven cuya contribución en el concierto desconocemos. Y hasta la próxima.