La Razón (Cataluña)

Exhibición del esloveno, que gana la crono y aleja a sus rivales a más de minuto y medio Pogacar marca territorio

- Ainara Hernando -

Se suele decir, está escrito en las leyes no escritas del ciclismo, que de esas tiene muchas, que la primera contrarrel­oj de una gran vuelta, especialme­nte en el Tour de Francia es para los especialis­tas en dominar las agujas del tiempo. Y que luego, la segunda, la que siempre se sitúa cerca del final de la carrera, en la penúltima etapa, queda reservada a aquellos hombres que llegan con las fuerzas más intactas o menos desgastado­s, los grandes nombres de la general que pelean por el maillot amarillo final.

Que ahí los de las piernas gordas, los Kung, Wout Van Aert (aunque él vale para todo) Filippo Ganna, Campenaert­s y demás ya no tienen nada que hacer, porque sus fuerzas agonizan ya. Por eso deben aprovechar esta primera etapa contra el crono para ellos, es su terreno para lucirse. Siempre y cuando no aparezca un huracán como el que se desató en Laval, meta de la quinta etapa y de esa primera crono tan de especialis­tas que al final acabó siendo para Tadej Pogacar.

Claro que, en el fondo, él es especialis­ta en todo. Ya lo dijo este invierno su director, mentor y descubrido­r, Joxean Fernández Matxin: «Es el ciclista perfecto». Matxin, el primero que eufórico saltó del coche el pasado año tras la crono de la Planche des Belles Filles, donde dio un vuelco histórico a la general para dejar a Roglic descosido y huérfano, es también el primero que le abraza en la línea de meta. A su niño. 22 años y ya escala como nadie, tiene garra y visión de carrera y contrarrel­ojea al nivel de los mejores especialis­tas. Pogacar lo tiene todo. 27 kilómetros le han bastado para reencontra­rse en ese mismo escenario, donde el verano pasado le dio la vuelta al Tour de 2020 en su favor, para asestar otro golpe mayúsculo a la clasificac­ión general.

Y sólo es la quinta etapa, pero todo lo tiene ya de cara el ciclista del UAE Emirates. Todo, hasta haber sido capaz de no vestirse de amarillo ya, tan pronto, y dejar que sea Mathieu Van der Poel el que siga luciéndolo y honrándolo después de haber hecho «la mejor etapa de mi vida», para retenerlo solo por ocho segundos. Le bastan al fenómeno neerlandés y hacen feliz a Pogacar, que no tendrá por el momento que desgastar a sus compañeros de equipo en las etapas venideras. «Ha sido un gran día para mí, tenía buenas piernas, me sentía muy cómodo en la bici, enseguida he encontrado el buen ritmo y lo he podido ejecutar bien. Me he centrado en rodar a tope hasta el final. Un día perfecto», reconoció en la meta el esloveno.

No es para menos. «Mi objetivo era no perder tiempo y al final lo he acabado ganando», aseguraba. A todos los ha dejado diluidos en la distancia. 1:35 a Carapaz, 1:39 a Rigoberto Uran, 1:40 a Roglic, 1:46 a Geraint Thomas y 1:50 a Enric Mas. Ellos no fallaron, los tiempos hablan por sí solos de la igualdad. Pero Pogacar les pasó por encima con su cara angelical de niño que no ha roto un plato, que iba tan sobrado que incluso le dio tiempo a girarse para dibujar una media sonrisa a la cámara de televisión en el primer repecho que subió.

Es ahí donde ha aprendido que debe controlars­e. «En las últimas cronos cometí errores porque empecé muy rápido, pero aquí en esa subida he marcado mis tiempos y luego he podido coger mi ritmo en el resto de la etapa», explica. Su exhibición le coloca ya segundo en la general, a sólo 8 segundos del amarillo. «Estoy muy contento y muy motivado para el resto del Tour.

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Tadej Pogacar, en pleno esfuerzo durante la contrarrel­oj disputada ayer en Laval

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