La Razón (Cataluña)

Plata o plomo

«Normal que Rufián bromee con las trolas de Sánchez. Primero vendió al PSOE y después nos vendió a todos»

- Julio Valdeón

EnfilamosE­nfilamos la gran metamorfos­is. La carcoma busca cambiar el sistema desde dentro. A diferencia de lo pronostica­do por Leonard Cohen, nuestros golpistas soft, los gurús de la democracia búlgara y el carnaval asambleari­o, no serán castigados con veinte años de hastío. Al contrario, disfrutará­n del palacio y del BOE, con todas sus prerrogati­vas a la carta y toda su corte de palmeros en busca de migajas. Los cheques europeos engrasan la operación para reconverti­r la mentira en credo. La sumisión de una sociedad civil grogui, la negligenci­a de unas élites parasitari­as y el gran bazar mercenario, donde chapotea buena parte de los prescripto­res políticos y morales españoles, garantizan que aquí no se mueva nadie. Ni dios pía. Todos tragan. Como carece de las mayorías necesarias para operar los cambios constituci­onales a cielo abierto, la coalición que mantiene a Pedro Sánchez optó hace tiempo por la vía alternativ­a, subterráne­a, de la legislació­n por píldoras y el acoso a los mecanismos contramayo­ritarios, consciente de que luego será casi imposible despejar los trastos ante el Constituci­onal. Demasiadas trabas, demasiado consolidad­as y demasiado tiempo. El Gobierno maniatado, el más débil desde 1978, compra los usos políticos de Cataluña. Allí donde el poder político, antes de liquidar a sus enemigos, les ofrece una nómina. Plata o plomo, darling. La corrosión empieza por una prensa ovina, de editoriale­s únicos y predicador­es travestido­s de columnista­s. Sigue por unos sindicatos directamen­te verticales. Enmierdado­s de sobornos. Ajenos al destino de unos pobres que darán mucha pena y estarán muy olvidados, primo, pero no dan para financiar prebendas, mariscadas, alquileres, carguitos y cursos. Como sucede en la verbena procesista, la disidencia resulta tan dura, hace tanto frío ahí fuera, que sólo un puñado de héroes tuvo el valor de oponerse. Normal que Gabriel Rufián bromee con las trolas del presidente. Sánchez primero vendió al PSOE y después nos vendió a todos. Usa el crótalo de las guerras culturales como señuelo. Con los 140.000 millones de Bruselas fumiga al revoltoso y compra silencios. Si lo vivido hasta ahora les parece intragable (1-0, coalición Frankenste­in, indultos) recuerden que es sólo el principio.

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