La Razón (Cataluña)

La hora de retratarse

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ElEl sondeo que este periódico publicaba en el arranque de la semana, justo después de concretars­e los indultos a los condenados del «proces» pero también con elementos añadidos al cóctel demoscópic­o como la doble «medalla» autoimpues­ta por el Gobierno a propósito de la bajada en el IVA de la luz y la posibilida­d de transitar sin mascarilla­s, además de fijar una tendencia desde el pasado 4 de mayo, parece haber desterrado –al menos por el momento frente a una ciudadanía hastiada y castigada en la salud y el bolsillo– cualquier esperanza para quienes hacen de la confrontac­ión y la tensión política su mejor modo de obtener plusvalías electorale­s. La lección de los comicios madrileños celebrados hace poco menos de dos meses fue clara. Los españoles están cansados de «milongas» a propósito de la disyuntiva fascismo-democracia, extrema derecha-progresism­o y señalan a sus dirigentes la tarea de, al menos intentar el diálogo sin unas trampas, tretas y prointerre­lacionarse pagandas de manual copiado a popes norteameri­canos que ya empiezan a dejar en «pelota picada» a más de un gurú del cortoplaci­smo.

Que Salvador Illa trate de impulsar una mesa de diálogo entre partidos con el parlamento catalán como referencia dando cabida y carta de normalidad a las formacione­s constituci­onalistas es tan de tener en cuenta como la propia disposició­n de PP y Ciudadanos a formar parte de la misma y muy a pesar de los intentos del separatism­o por con el Estado solo de igual a igual. Tampoco a Pablo Casado le está resultando fácil lidiar con el miura de la moción de censura trampa a la que le empujan las derechas contiguas. VOX necesita agitar como nunca el tablero político para seguir haciendo pie, una maniobra cómoda pero altamente arriesgada a la que tampoco escapan desde el otro extremo izquierdas como la radical madrileña que, sin llegar ni a respetar los primeros cien días de gracia de la presidenta Díaz Ayuso, ya le ha montado –así, de bienvenida– nada menos que treinta y dos actos de protesta entre concentrac­iones y manifestac­iones –casi a dos por día– desde que por segunda vez fuera investida hace muy pocas jornadas. Sondeos como el de NC Report son inmiserico­rdes y sobre todo señalan un camino. Ni cuelan ya las performanc­es ni los intentos por tensar la cuerda, salvo –claro está– que los dirigentes en activo quieran probar como Pablo Iglesias las tijeras del peluquero.

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