«Este libro me ayudó a dejar de ser pesimista»
El actor y director de teatro, partícipe de «vivir el presente dándoselo todo a la vida», aprendió con el ensayo de Joan Garriga «a no hacer planes»
Dice que «soy un lector voraz de teatro». «Leo muy poca novela, a no ser que sea teatralizable», y, por ello, cuando tiene que regalar un libro, Sergio PerisMencheta elige entre «Poeta en Nueva York», de García Lorca, y el que ahora nos recomienda: «Vivir en el alma», de Joan Garriga Bacardí. Aunque anticipa que «es de esos pocos libros que no me imagino representando en un escenario», el actor, que actualmente dirige a Juan Diego Botto en el Teatro Español de Madrid en «Una noche sin Luna», habla de estas páginas con un discurso que bien podría ser digno de un escenario. –¿De qué trata «Vivir en el alma»?
–Es uno de esos libros llamados de autoayuda, pero yo nunca me lo tomé así, aunque sí te echa un cable. Lo leí en un momento de encrucijada, recién llegado de haber trabajado en Estados Unidos, de subir a esa montaña, de estar arriba y gritar a los cuatro vientos «aquí estoy». Pero, una vez estás allá, lo único que escuchas es tu propio eco, estás solo y hace un frío que no veas. Me encontré con este libro y me ayudó a relativizar, a saber vivir la vida en lugar de pensarla. Esta obra es para mí una referencia, vuelvo a ella cada equis tiempo y, por supuesto, la regalo. –¿Qué aporta el autor? –Joan Garriga es un psicólogo especializado en terapia Gestalt, fundador del Instituto Gestalt de Barcelona y el introductor en España de las Constelaciones Familiares. Y este libro se lo dedica a los que sufren, a los que no se perdonan, a los que se han equivocado, que han fracasado, a los que se dejaron invadir por la tristeza. O sea, a todo ser humano viviente. Porque todos atravesamos esos puntos. –Garriga adelanta en la descripción descripción que «no es un libro para inocentes».
–Es para quien está de vuelta, para quien ha debido lidiar con la vida, ni más ni menos. Nos contacta con la expectativa, con eso de que hay que ser felices, que a cada uno nos lo han vendido de una manera. Al salir a la vida con la fuerza del adolescente te encuentras con lo que realmente se te tiene preparado y eso provoca mucho sufrimiento. El libro te sintoniza con lo que eres, con aceptar todo, tanto tus limitaciones como tus golpes. Porque tener éxito y estar en lo alto de la montaña también es una posibilidad de perderse. –¿Hay que dejar, entonces, de intentar ser perfectos? –Siempre pongo el ejemplo de los que han triunfado en mi profesión. O se han quitado del medio, o han desaparecido, suicidado, o se han ido a la India a meditar. Esta obra te pone las cosas claras con el miedo para tratar de darle a la vida todo lo que uno tiene. A saco. Y luego que nos devuelva lo que quiera. Pero nunca quedarnos en el «cómo me gustaría». Vivimos en un mundo de revistas, de flashes, de aparentar, de «likes»... y esa impostura hace que uno no viva su vida, sino la de otros. Joan también habla de tomarnos el trabajo de conocernos y poder discernir entre lo que tenemos y somos y lo que no. Vivir, ni más ni menos, es darse cuenta. Las heridas y las pérdidas deberían ser fertilizantes para crecer. El mejor homenaje a nuestros padres, abuelos y ancestros es usar bien lo que tenemos.
–¿El libro le ha ayudado a ser más optimista?
–Sobre todo, a dejar de ser pesimista para vivir el presente, no hacer planes y asumir que la vida está llena de problemas. Porque, al fin y al cabo, este ratito es el que tenemos.