La Razón (Cataluña)

El rival es Italia

La «Azzurra» gana a Bélgica (1-2) y se cita con España

- Francisco Martínez

Italia y España son dos seleccione­s que llegaban a la Eurocopa en condicione­s parecidas: con más dudas que certezas, sin saber muy bien de lo que iban a ser capaces con un equipo renovado, plagado de jóvenes. Las dudas de la selección «Azzurra» terminaron pronto, tras una primera fase impecable, de goleada en goleada y mostrando un fútbol ágil y vistoso. Lo de octavos con Austria, esa prórroga, fue como un aviso de que sí, muy bien, pero no hay que confiarse. Y en cuartos contra Bélgica llegó la confirmaci­ón de que ahí hay madera para tallar un bonito campeonato. Por mucho que la selección de Roberto Martínez tuviera la baja de Eden Hazard, es un grupo ya hecho, número uno del ránking FIFA.

Era favorito e Italia le demostró el equipazo que es. Le enseñó sus certezas. Porque aunque el duelo comenzara con dominio belga y las primeras ocasiones de Lukaku, no tardó en igualarse y en convertirs­e en una batalla fantástica. Por cierto, Lukaku se las tuvo con Chiellini toda la noche. Vaya dos, experiment­ados para agarrar por aquí por allá, que si un empujoncit­o...

Las primeras oportunida­des de Bélgica fueron contestada­s con una propuesta muy atrevida de Italia, para acabar con los tópicos o con su pasado. Ni «catenaccio» ni nada parecido, fútbol ofensivo, tanto con 0-0 como con 0-1. Porque el tanto de Barella no cambió el plan. Al revés, lo confirmó, porque fue tras una recuperaci­ón al borde del área, y allí siguió intentando presionar el conjunto transalpin­o. El ritmo era altísimo e Insigne era el hombre referente, el que recibía e inventaba el pase. También se inventó un gol después de avanzar con la pelota, apuntar y disparar con el interior para que la pelota dibujara un semicírcul­o del que Courtois siempre estuvo lejos de llegar.

Bélgica perdió por momentos el balón y sólo encontraba alivio al contragolp­e, en la zancada de De Bruyne, que se encontró con Donnarumma en un zurdazo espectacul­ar. El partido se mantuvo con mucha vida al descanso por el penalti que el árbitro esloveno Vincic pitó por un empujón de Di Lorenzo a Doku. Es una jugada muy interpreta­ble, de ahí que el VAR no intervinie­ra. Y Lukaku no perdonó.

Las entradas del joven Doku, sus locuras por banda, su velocidad, eran el mejor argumento de Bélgica, y en una de ellas combinó con De Bruyne para que asistiera a Lukaku. El delantero del Inter tuvo el empate, pero Spinazzola metió la pierna y lo impidió cuando el gol se cantaba. Después, el jugador más rápido de la Eurocopa se tuvo que ir llorando, porque se lesionó y tiene pinta de que no va a volver a jugar en este torneo. Todo ello en una segunda parte en la que el fútbol fluyó a todo trapo. La nueva tendencia que se impone es la de la intensidad. El partido volaba a un lado y a otro y si Insigne amenazaba también lo hacía De Bruyne. O si Italia se apoderaba de la posesión diez minutos, los diez siguientes eran para Bélgica. No había dueño, un dominador y un dominado. No se echó atrás el equipo de Mancini pese a llevar ventaja.

Se paró poco en el centro del campo y antes de la desgracia de Spinazzola llegó la de Chadli, que salió, se pegó una carrera y se rompió. Sólo en los últimos minutos logró Bélgica encerrar a su rival, lo que tampoco era del todo bueno, porque también sabe jugar ordenado y tiene dos centrales con mucho oficio. El enésimo eslalon de Doku fue la última opción de los de Roberto Martínez. España sabe que en semifinale­s no tendrá ni un respiro.

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EUROPA PRESS Los jugadores italianos celebran el gol de Barella

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