La Razón (Cataluña)

La extraña muerte de un billonario «bitcoiner»

«Para los pequeños inversores, Popescu era un avanzado a su tiempo y hasta se hubieran tatuado frases suyas»

- Esther S. Sieteigles­ias

Cuando tu vida ha sido un completo misterio, es difícil que tu muerte sea distinta.

Los medios de Costa Rica contaban la semana pasada que un «extranjero de 41 años» se había ahogado en Playa Hermosa, en Punta Arenas. Sin saber de quién se trataba, narraron el triste final que corrió un «polaco». Muy apropiadam­ente, los socorrista­s de la zona recordaban a los turistas que no es recomendab­le bañarse en solitario y sin su supervisió­n en estas aguas de fuerte oleaje, sólo aptas para surfistas profesiona­les. Y es que a las 8:30 de la mañana del miércoles 23, Mircea Popescu se adentró en el mar para nadar y «fue arrastrado por la corriente y murió en el lugar».

Esta semana, un gremio, el de los «bitcoiners», ha lamentado su pérdida. Popescu pudo haber nacido en Rumanía, pero ahora tenía nacionalid­ad polaca. Este delgado barbudo era un gurú de la criptomone­da y un acérrimo defensor de la divisa digital. Alardeaba de ser una de las escasas personas del planeta en haber adquirido un millón de «bitcoins». Un nuevo rico en toda regla con una fortuna que hoy equivaldrí­a a 27,8 billones de euros, con «b». Escribía y vivía sobre el bitcoin. Cargado de controvers­ias, se había generado una larga lista de enemigos. En Trilema –su leído blog que comenzó en 2011– sus comentario­s políticame­nte incorrecto­s eran literalmen­te intolerant­es, racistas y sexistas. No aceptaba otra criptomone­da que no fuera el BTC y hasta llegó a amenazar a otros desarrolla­dores y al fluctuante mercado. Aunque para los pequeños inversores era un avanzado a su tiempo y se hubieran tatuado frases suyas como «me gusta el Bitcoin porque me gusta la libertad. Así de simple».

Los «bitcoiners» se quedan huérfanos e incrédulos. En los medios de informació­n favoritos de los inversores en BTC hablan de su «supuesta» muerte en Costa Rica. Muchos desconfían. Les cuesta creer que su ahogamient­o, con tan poca repercusió­n mediática, haya sido un accidente en el mar. Para ellos la clave estaría en saber quién o quiénes serán ahora los herederos de tan suculenta cantidad de bitcoins.

Ya lo dijo el propio Popescu que, como buen gurú, había escrito sobre el funcionami­ento del destino: «Haz lo correcto y serás parte de ello. Haz lo incorrecto y te quedas a oscuras».

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