CUANDO COCODRILOS Y ELEFANTES CAMPABAN POR BARCELONA
El yacimiento de los Casots, en Subirats, escondía los restos de varios grandes animales del cenozoico: un cocodrilo, rinocerontes, elefantes y un gran felino único en Europa
Cuando ahora pensamos en la fauna ibérica solemos minusvalorarla. A fin de cuentas, no tenemos esas enormes y espectaculares bestias que patrullan otros continentes. Es cierto que contamos con osos pardos, pero son pocos y ni lobos ni linces imponen tanto como los leones y tigres de otros continentes. La realidad es distinta, por supuesto, y los aficionados a la biología podrían empezar a enumerar los motivos por los cuales nuestra fauna es fascinante y espectacular, desde el quebrantahuesos hasta el desmán.
Tal vez no nos consuele demasiado saber que, aunque no tengamos elefantes, el gallipato podía atravesar la piel con sus costillas venenosas, pero hay una forma menos profunda de abordar este sentimiento de inferioridad zoológica: conocer el pasado de nuestra Península, porque, aunque parezca mentira, hubo un tiempo en que nuestras praderas albergaban elefantes, hipopótamos, cocodrilos y todo tipo de grandes bestias. Las excavaciones paleontológicas nos han abierto los ojos a una península completamente diferente y que, si pudiéramos ver en vivo y directo, nos recordaría más a las praderas de África que a las de nuestra España.
África en pleno Subirats
Los motivos son muchos, entre ellos, que el clima era diferente. Pero a ello se suman aspectos menos cuantificables, como la distribución y expansión de especies de periodos anteriores y la competición entre ellas. Esto, junto a la caza y otros aspectos han hecho que desaparezca toda aquella megafauna de nuestros espacios naturales, tanto que ahora nos parece exótico lo que antaño era tan ibérico como nuestros lobos. Precisamente, un yacimiento de Barcelona ha exhumado testigos de aquel tiempo y en su osario se encuentran elefantes, rinocerontes, un cocodrilo y un gran felino único en Europa.
Puede que ahora el yacimiento de los Casots no parezca nada eslos pecial en cuanto a lo que paraje natural se refiere. Un lugar más de Cataluña, con sus montañas, sus masías y su flora mediterránea. Podemos ver los Casots así, como un lugar para huir de Barcelona. Sin embargo, si pudiéramos viajar atrás en el tiempo veríamos multitud de cambios en el paisaje y acabaríamos llegando a un tiempo de humedales. En aquel clima acuoso la vida era muy distinta y las garrigas daban paso a flora de manglar y a un tipo de fauna completamente diferente. Todo ello podía verse en el yacimiento de los Casots y promete tener mucho más que dar. No obstante, su historia ha sido discontinua. El yacimiento estuvo décadas sin ser explorado hasta que, en 2019, se recuperaron los trabajos de excavación.
Los hallazgos de estos días son fruto de todo el trabajo realizado durante años. Tras tanto tiempo inactivo, en 2019 los primeras labores debieron concentrarse en desbrozar el terreno y prepararlo para la excavación. De hecho, no ha sido hasta este mismo año que expertos han podido retomar la excavación como tal. Por suerte y como «compensación», en apenas unos meses la fortuna les ha hecho encontrar restos de más de 40 especies diferentes en el yacimiento barcelonés. Entre ellas, por si fuera poco, un pequeño puñado de ellas eran desconocidas.
Por supuesto, habrá que investigarlas más a fondo para confirmar que pertenecen a especies nunca descritas, lo cual puede ser un trabajo arduo y que arroje pocas certezas, pero las cifras prometen bastante. La exuberancia del yacimiento no ha sorprendido tanto a los expertos como al público generalista. A fin de cuentas, se trata de una zona en la que ya se habían encontrado fósiles de gran relevancia, como los primeros mamíferos posteriores a los dinosaurios no avianos. Es más, antes de que se dejara de trabajar en el yacimiento, ya se habían encontrado restos relevantes. Uno de ellos fue noticia en 2017, cuando pudieron analizarse algunos de los restos extraídos en los años 90. Resulta que uno de ellos pertenecía pertenecía a un pequeño cocodrilo que, hasta entonces, solo había sido encontrado en el sur de Francia.
El yacimiento en cuestión es, para ser precisos, uno de los más importantes de esa edad que hay en toda Europa. De hecho, ha sido el primero en ser declarado Bien Cultural de Interés Nacional y, desde 1995, que fue cuando aquello sucedió, su valor parece haber aumentado a tenor de los descubrimientos que ha brindado el yacimiento. Los restos localizados durante esta última excavación no han sido extraídos por completo. Algunos se espera que puedan ser retirados de la roca durante las jornadas que quedan. Sin embargo, otros es muy probable que tengan que quedarse allí hasta el año que viene. Por ejemplo, los restos de elefantes parecen bastante hundidos en el terreno, haciéndolos muy poco accesibles. En cualquier caso, esto significa que el yacimiento de los Casots tiene todavía mucho más que ofrecer y, más pronto que tarde, volveremos a tener noticias de él.