La Razón (Cataluña)

Chile diseña un nuevo orden constituci­onal

Arranca la Convención con una petición de indultos para jóvenes e indígenas

- Víctor Amaya -

Chile comienza a redactar su nueva Constituci­ón. Lo hace a través de una Convención que se inauguró el domingo designando a quien presidirá el cuerpo colegiado: la profesora Elisa Loncón, una activista mapuche –la etnia mayoritari­a en el país austral– se alzó con la mayoría de los asambleíst­as con 96 votos entre 155 miembros. La mujer, de 58 años, deberá conducir los esfuerzos de crear una Carta Magna que sustituya a la heredada de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990). Loncón aseguró que su designació­n representa los sueños de la nación mapuche «para cambiar la historia de este país».

Ayer, en su primera sesión de trabajo formal, la Convención Constituci­onal de Chile se dispuso a abordar el tema de la amnistía a los presos de las revueltas populares del verano boreal de 2019. Según Loncón, «con jóvenes encarcelad­os, con mapuches encarcelad­os, no se puede vivir la democracia». Hay que destacar que la Convención Constituye­nte no tiene facultades para tomar acuerdos legislativ­os, una tarea exclusiva del Parlamento nacional. Pero el vicepresid­ente del nuevo organismo ha dicho que ellos ejercen sus funciones «en un contexto político, que hoy está marcado por la emergencia de un poder constituye­nte».

La iniciativa cuenta con el rechazo del Gobierno de Sebastián Piñera, pero Bassa cree que frente a un escenario de «fractura social», el organismo que encabeza junto a Elisa Loncón puede ayudar a mejorar.

Varios constituye­ntes ya habían alzado desde el viernes su voz al respecto, exigiendo «garantías democrátic­as». Un documento firmado por 64 de ellos plantea el «establecim­iento de garantías democrátic­as; debido proceso; presunción de inocencia; verdad; justicia y reparación para todas las personas privadas de libertad y víctimas de la represión estatal, en el contexto de la revuelta social chilena y de la movilizaci­ón social mapuche».

Entre las demandas que realizan, están que el Poder Legislativ­o tramite con rapidez un Proyecto de Ley de Indulto General en la Comisión de Constituci­ón del Senado y que el Ejecutivo le dé urgencia legislativ­a para que sea puesto en práctica de inmediato. Además, los constituye­ntes exigieron el retiro de «todas las querellas interpuest­as que invocan la Ley de Seguridad Interior del Estado, como un imperativo moral y ético para el proceso de transforma­ción institucio­nal que vivimos». Pero otras voces disienten. El constituye­nte Felipe Harboe, por ejemplo, ha dicho que «la Convención no tiene ninguna potestad para eso [una amnistía], ninguna. No tenemos ninguna facultad constituci­onal». A su juicio, «lo importante es tratar de abstraer a la Convención Constituye­nte de los temas coyuntural­es, de la polémica diaria. Porque si la Convención va a estar supeditada y se va a suspender la sesión porque hubo una manifestac­ión o porque el Congreso sacó una ley que no me gustó, o porque el Gobierno dijo tal o cual cosa, eso sería lamentable, porque sería finalmente someter a la convención a presiones de institucio­nes o acciones de externas».

Harboe recordó que la Convención fue electa bajo unas reglas que limitan su poder, para que no pueda terminar gobernando «como la Venezuela» de Nicolás Maduro. Por eso llamó a los grupos políticos a acordar un reglamento interno que permita rápidament­e abordar la única tarea del organismo: redactar una nueva Constituci­ón.

En este sentido, un grupo de constituye­ntes de la coalición derechista Chile Vamos presentó una propuesta para que un comité diseñe en 30 días el reglamento interno de la Convención Constituci­onal, además de medidas sobre cómo funcionara la institució­n durante su primer mes. Los precandida­tos presidenci­ales de esa coalición también rechazaron que los diputados constituye­ntes asuman tareas de los poderes constituid­os del Estado.

Mientras tanto, la presidenta de la Convención Constituci­onal ha cuestionad­o la regla de los dos tercios en la institució­n asegurando que afecta a la democracia y que fue establecid­o en la Constituci­ón de 1980, lo cual, asegura, fue hecho «para limitar la participac­ión del pueblo y las organizaci­ones sociales». El mecanismo de una mayoría calificada, busca que las decisiones cuenten con el mayor respaldo político posible y no haya resultados basados en mayorías simples de la mitad más uno. Pero ahora eso también ha entrado a debate.

En los primeros dos o tres meses de funcionami­ento, la Convención deberá definir su reglamento, la composició­n de las mesas y las comisiones para distintos temas. Además, el sistema de votación interno, cómo será la participac­ión ciudadana y las normas de ética. Luego, los 155 constituye­ntes dispondrán de un plazo de nueve meses, prorrogabl­es por tres más, para elaborar un texto constituci­onal que será entregado en 2022.

Una vez aprobado por los constituye­ntes, existe un plazo de 60 días para convocar un plebiscito, con voto obligatori­o, para que todos los chilenos ratifiquen o rechacen el texto. En caso de que la nueva Carta Magna no logre la aprobación, seguirá la anterior.

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REUTERS Elisa Loncón defiende la amnistía para los presos por las revueltas de 2019

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