«LA VÍA UNILATERAL NO FUE BIEN. CREÓ MUCHA FRUSTRACIÓN Y MUCHO DOLOR»

HastaHasta ahí, estimada ex presidenta, vamos bien. Frustración y dolor, suponemos, de los que usted tuvo su parte, más, en esos años que crecen los nietos, todavía podemos responder a sus juegos y no son para perderlos en una celda.

Y que no le digan aquello de que, total, fue como estar en un hotel, frase recurrente de quien nunca ha visto una cárcel por dentro ni escuchado los terribles rumores de las noches y que nunca cree que el castigo es suficiente. Gentes del pueblo y tal, tan estrictas con lo ajeno y tan poco dadas a la clemencia. Ahora bien, plantear, como acaba de hacer usted, que hay que dar un plazo de dos años a este Gobierno para que se avenga a autorizar el dichoso referéndum de autodeterminación, más que una estrategia política, parece un hacer de la necesidad virtud. Porque, en dos años, como quien dice, se acaba la legislatura y todo indica que los partidos separatistas catalanes, en especial ERC, no están dispuestos a dejar caer un Gobierno al que tanta indulgencia deben y del que tantos bienes esperan. Hablamos, ciertamente, del arte de marear la perdiz, pero en ambas partes se cuenta con auténticos expertos, con lo que el éxito está garantizado. También se cuenta con el juego de los sucedáneos, a modo de metadonas, con los que ir amortiguando el mono independentista. Reformas estatutarias, consultas no vinculantes, cosas así, que pasan mucho mejor con un poco de presupuesto extra, a modo del «con un poco de azúcar está píldora pasará mejor». Y con cuidado de no cruzar la linde constitucional, que nadie mejor que usted sabe que la Justicia española es lenta, farragosa, a veces, titubeante, pero que, al final, se despliega y sacude unos testarazos de aúpa. Y quién es el guapo que le asegura a sus sucesores, o a usted misma, que van a repetir aventura con un gobierno en minoría parlamentaria y en coalición con la extrema izquierda populista, y con un jefe del Ejecutivo no sólo resistente al agua caliente, sino hábil para mantener una cosa y su contraria. Mucho riesgo, créame, de que la siguiente intentona traiga mucho más dolor.