La Razón (Cataluña)

La vida casera de Rafa Nadal tras su «no» a Tokio y Wimbledon

Pasa su verano más relajado en familia y aprovecha para navegar y jugar al golf

- Vanesa Sánchez - Palma

Las vacaciones de Rafael Nadal están siendo este año más largas de lo habitual. Su renuncia a participar en los Juegos Olímpicos de Tokio y en Wimbledon para poder afrontar con garantías deportivas la recta final de la temporada ha cambiado por completo su agenda habitual. Si en ocasiones anteriores el tenista, acompañado por su mujer Mery Perelló, su familia y amigos, solía escaparse a las Bahamas a mediados de diciembre, ahora ha decidido «quedarse en casa». Porque, como él mismo ha dicho en más de una ocasión, no hay lugar más bonito que las islas en las que creció.

Rumbo a Ibiza

Así, desde el pantalán del Club Náutico de Porto Cristo, municipio mallorquín donde tiene fijada su residencia, la pareja y algunos conocidos partieron rumbo a Ibiza a bordo del que ha sido recienteme­nte galardonad­o como «el mejor yate del mundo» por la revista «Robb Report». En la mayor de las Islas Pitiusas, Nadal disfrutó disfrutó de unos días de desconexió­n, relax y, sobre todo, privacidad, practicand­o una de sus grandes aficiones: la navegación. Su pasión por el mar y por los barcos le viene desde bien pequeño, cuando su padre le llevaba a pescar frente a las costas de Menorca. De hecho, el tenista siempre ha confesado a los medios que, cuando se retirase de la competició­n al más alto nivel, le gustaría realizar travesías más largas por el Mediterrán­eo y el Caribe. No hay que olvidar que el de Manacor, junto a su sociedad inversora, es propietari­a de un complejo hotelero en la isla de Cozumel y que, además, posee una parcela en Playa Nueva Romana, en la República Dominicana, donde tenía previsto construirs­e una casa.

De esa escapada a Ibiza hay pocas imágenes y rastro en redes sociales, aunque de nuevo ha sido la hermana del tenista, Maribel, quien ha dejado constancia de su paso por la isla en su Instagram. De Mery Perelló, ni rastro, como suele ser habitual, dada su discreción.

Tras esos días a bordo de su catamarán, de nombre «80 Sunreef Power Great White», valorado en

4,5 millones de euros y que está equipado con todas las comodidade­s de un hotel de lujo: siete camarotes –incluida una suite principal–, con capacidad para doce personas, barbacoa, bar, piscina, salones en cubierta e interior, entre otros detalles, Rafa Nadal ha regresado a Mallorca

para seguir con su preparació­n física de cara a sus próximos objetivos, que pasan por la gira norteameri­cana y culmina en el US Open. Pero, más allá de entrenar en su academia y compartir algunas salidas privadas gastronómi­cas con su grupo discreto de siempre, el tenista también ha podido sacar tiempo para practicar otra de sus grandes pasiones: el golf. Así que este pasado fin de semana, y hasta el día de ayer, ha estado luchando por ser el mejor de los participan­tes del Campeonato de Balears de golf para profesiona­les que se ha celebrado en el campo de Son Antem, en Llucmajor. Nadal pudo concluir las dos primeras jornadas de competició­n entre los aspirantes a la victoria final.

La imagen más llamativa, sin embargo, la brindó el tenista junto a su entrenador Carlos Moyà. Aprovechar­on la visita al club para ponerse al día raqueta en mano. Desde la cuenta oficial del Marriotts Club Son Atem no daban crédito: «No todos los días hay dos campeones mundiales entrenando en nuestras pistas».

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GTRES El tenista juega al golf en Mallorca: abajo, a bordo de su catamarán por aguas de Ibiza
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