La Razón (Cataluña)

El pillo que juega con Maradona

Siente devoción por Diego, del que lleva un enorme tatuaje en la pierna izquierda

- Óscar García - Madrid

Insigne es un napolitano que ama al Nápoles, lo disfruta y lo sufre. Es un hincha sobre el césped

Si naces en Nápoles aprendes antes a querer a Diego Maradona que a tu familia. Si, además, juegas en el Nápoles, la admiración por Maradona suele convertirs­e en una devoción absoluta. Eso es lo que le ocurre a Lorenzo Insigne, napolitano y estrella del Nápoles, que lleva un enorme tatuaje con la cara de Diego en la pierna izquierda. Cuando Insigne golpea a la pelota con esa pierna también lo hace Maradona. «Me gusta Lorenzo, es un scugnizzo [palabra napolitana para referirse a un niño de la calle]. A veces la gente la toma con él, pero quiero decir a los aficionado­s que siempre hay que animar a los jugadores que intentan la jugada difícil, que intentan hacerlo en todas las zonas del campo. Hay que apoyar a los jugadores como nosotros», dijo Maradona en 2014 de Insigne, que desde muy joven tuvo que luchar contra los recelos que despertaba su físico. Ahora mide 1,63 y es una de las estrellas de Italia, pero de niño fue rechazado por el Inter por bajito. Terminó en la cantera del Nápoles y después de una cesión al Cavese y otra al Foggia, en 2011 recaló en el Pescara, una parada trascenden­tal en su trayectori­a. Allí coincidió con otros dos jóvenes que ahora son indiscutib­les en la selección, Ciro Immobile, cedido por la Juventus, y Marco Verratti. Dirigido desde el banquillo por Zdenek Zeman, que ya lo había entrenado en el Foggia, aquel Pescara maravilló en la Serie B y ascendió. Immobile terminó en el Genoa, Verratti, en el PSG e Insigne regresó al Nápoles, del que nunca más salió.

Su unión con la afición se explica por su fútbol, por sus goles y por su origen. Insigne es un napolitano que ama al club, lo disfruta y lo sufre. Es un hincha jugando sobre el césped. Lorenzo no entiende la vida sin el Nápoles y los aficionado­s no entienden al Nápoles sin Lorenzo, que alimentó su pasión por el equipo gracias a Maradona. Cuando Diego murió, Insigne le dedicó unas emotivas palabras: «Desde el primer día que llegaste a nuestra querida Nápoles te convertist­e en un verdadero napolitano. Lo diste todo por tu pueblo, defendiste esta tierra, la amaste. Nos diste alegría, sonrisas, trofeos y amor. Crecí escuchando las historias de mi familia sobre tus hazañas, viendo y repasando tus interminab­les partidos. Fuiste el mejor jugador de la historia, fuiste nuestro

Diego. Tuve la suerte de encontrart­e, de hablar contigo, de conocerte y no puedo negar que me temblaban las piernas. Siempre has tenido hermosas palabras para mí, palabras de consuelo que nunca podré olvidar y que siempre guardaré dentro de mí. Como aficionado, como napolitano, como futbolista: Gracias por todo D10S».

Insigne no dudó en acudir, junto a un utilero del equipo que ya trabajaba en el club en la época de Maradona, al improvisad­o altar que la afición había levantado en honor del argentino en las afueras del estadio, todavía llamado San Paolo. Quería mostrar su respeto por un símbolo que trascendía al fútbol. Días después dio un paso más y se tatuó la cara de Maradona en la pierna izquierda. Esta decisión emocionó a Dalma, una de las hijas del «10», que agradeció públicamen­te este gesto. Esta es una de las muchas imágenes que dibujan el cuerpo de Insigne, quien mientras se tatuaba uno de los enormes leones que adornan su espalda cantaba «La mano de Dios», la canción de Alejandro Romero dedicada a Maradona e interpreta­da por El Potro Rodrigo. Ahí, la pasión por Diego era más intensa que el dolor por el tatuaje.

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