La Razón (Cataluña)

Resulta que sí es no

- Pedro Narváez

HayHay varios motivos por los que se puede discrepar, mientras que se permite todavía, de la Ley de Libertad Sexual que acaba de aprobar el Gobierno, después de no pocos aspaviento­s, por parte de la ministra Montero, pero el más contudente es que se trata de una chapuza. Sexual, de género, genital, caídita de Roma, pero chapuza al cabo. Para que ustedes lo entiendan, pretenden que creamos que esta norma revolucion­a las relaciones de tal manera que si no hay un consentimi­ento expreso se considerar­á abuso o agresión. Las actuales leyes ya contemplan este aspecto, aunque Montero, con su corte feminista de boquilla, nos quieran hacer creer que han visto la luz y que las manadas antes campaban a sus anchas por las praderas de Caperucita. Almas de cántaro, cómo no iba a tener en cuenta el legislador hasta ahora la idea de consentimi­ento. La intención de esta pantomima es hacer ideología «hardcore» y desmontar la creencia de que los jueces, mayormente, hacen bien su trabajo sino que forman parte del «entramado» de una supuesta sociedad heteropatr­iarcal que aplasta con su bota todo lo que no sea un hombre. Irene Montero está dispuesta a hacer pornografí­a de un beso mal recibido si hace falta con tal de que crean que a los malnacidos no basta con llevarlos a penar puñetas sino que hay que cogerlos por los huevos pero luego soltarlos porque no está de acuerdo con la prisión permanente revisable. Digamos que esta Ley, como tantas otras de este Gobierno, es un paso más a un infierno antidemocr­ático y antiiguali­tario aunque el anuncio se ruede en un cielo liberador de mentira. El «sí es sí» se vende como un aval defensivo para la mujer cuando lo cierto es que la deja igual de desprotegi­da mientras se mete hasta tal punto en la cama de los ciudadanos y ciudadanas que algunas veces habrá que pensar en este clímax político si no habrá una Montero detrás de Alexa espiando porque lo que es un sí puede convertirs­e en a lo mejor. No alargaré el argumentar­io para no caer en la frivolidad con la que estas nuevas filósofas tratan temas tan serios como una violación y porque una vez oída a la portavoz ha pasado la excitación de escribir.

«La ley de Libertad Sexual es solo propaganda ideológica para llenar el vacío»

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