La Razón (Cataluña)

Terremoto en el Gobierno israelí

El Parlamento hebreo rechaza prorrogar la controvert­ida ley sobre la reunificac­ión de las familias palestinas. La oposición, liderada por «Bibi» Netanyahu, vota en contra para poner al nuevo Ejecutivo contra las cuerdas

- Ofer Laszewicki - Tel Aviv

La tardía y bronca votación durante la madrugada de ayer en la Knesset (Parlamento hebreo) supuso el primer gran revés para el Ejecutivo de rotación de Naftali Bennet y Yair Lapid. En el pleno se votaba la renovación anual de la conocida como Ley de Reunificac­ión, aprobada bajo pretextos de seguridad al inicio de la Segunda Intifada (2003), y que sirve para prevenir la reunión de matrimonio­s y familias palestinos separados por la verja divisoria entre Israel y Cisjordani­a.

La ley es considerad­a por algunos como medida innecesari­a y dañina para los derechos humanos de miles de familias. En la derecha, no obstante, la perciben como garantía para salvaguard­ar la seguridad nacional y evitar perder la batalla demográfic­a con los palestinos. Antes de la sesión, los ocho partidos que apoyan la coalición liderada por Bela llegaron profundame­nte divididos por sus discrepanc­ias ideológica­s. De antemano, la izquierda de Meretz y el islamista Ra’am alertaron de que votarían en contra de renovar la polémica legislació­n. La oposición, liderada por el Likud del ex primer ministro Benjamin Netanyahu, finalmente cumplió su amenaza: votó en contra y tumbó la medida, a pesar de ir directamen­te en contra de sus postulados. Por ello, Bennet acusó al Likud de «dañar seguridad del país a propósito», ya que antepuso su interés partidista por desestabil­izar al nuevo Ejecutivo hebreo.

«Lo hicieron por su frustració­n. Quienes votaron en contra escogieron la política sucia en lugar del beneficio de los ciudadanos israelíes, y deberán responder por sus actos», añadió el líder de Yamina. Y refiriéndo­se a Amichai Chikli, un diputado díscolo de su formación que se pasó a la oposición y cuyo voto fue clave para el fracaso, espetó: «Está confundido, ya que una hora antes de votar aseguró que bajo ninguna circunstan­cia permitiría abrir las puertas para la entrada masiva de palestinos». La votación terminó en empate a 59 votos, lo que supone que la ley quedará por ahora paralizada. En el último minuto, Bennet logró convencer al flanco izquierdis­ta y al partido árabe de la coalición. Les prometió que se reduciría a seis meses la renovannet

ción de la Ley de Reunificac­ión, y que se legalizarí­a de facto el estatus de 1.600 familias palestinas en Israel, además de revisarse otros 9.700 casos que requieren permisos militares específico­s.

Si bien hay quien consideró esta sesión como una primera moción de confianza informal al tándem de Bennet y Lapid, ningún resultado hubiera tumbado al Gobierno. Para ello, se requiere convocar un pleno especial, y el apoyo de al menos 61 diputados a un candidato alternativ­o. La ministra del Interior, Ayelet Shaked, ya avanzó que la coalición traerá la ley a votación nuevamente el próximo martes. Con ello, el primer ministro espera «arreglar el asunto y presentarl­e al público buenas soluciones».

Respecto al movimiento del Likud, los partidos ultraortod­oxos y la extrema derecha Sionismo Religioso, que a priori apoyan la polémica Ley de Reunificac­ión pero votaron en contra, se les acusó desde Yamina de ser «buena gente que fue forzada a votar en contra de su ideología para dañar la seguridad de Israel». La norma en cuestión fue aprobada en 2003, en plena oleada de ataques terrorista­s palestinos. Desde que se permitió la reunificac­ión de familias palestinas en 1993, se había otorgado la residencia israelí a unos 130.000 residentes de Cisjordani­a. Se temía que cada década otros 200.000 palestinos podrían lograr el equivalent­e a un DNI en el Estado judío. Ante ello, el centrista Lapid, que reconoció que la ley supone un prejuicio para muchas familias de buena fe, apuntó que «es una herramient­a para garantizar la mayoría judía del Estado». Desde el Shin Bet –servicio secreto interno–, justificar­on que «el principal peligro de las reunificac­iones familiares recae en el potencial de reclutamie­nto (de quienes obtienen nacionalid­ad israelí) por parte de grupos terrorista­s, y su alto potencial de actuar como lobos solitarios».

En la bancada opositora, analizaron el resultado de la votación como una prueba de «la naturaleza problemáti­ca de un Gobierno que no tiene una clara mayoría sionista». Y presionaro­n al nuevo «premier»: «Naftali [Bennet], perdiste el rumbo, pero todavía no es demasiado tarde. Estás a tiempo de establecer un Gobierno plenamente derechista, tal como prometiste». En respuesta a las acusacione­s de Bennet hacia Netanyahu, el Likud apuntó que «quien formó una coalición débil con apoyo de la extrema izquierda no puede venderse como alguien que cuida la seguridad nacional». Y agregaron: «Escogió ignorarnos, y en su lugar están vendiendo la tierra de Israel».

Fuentes internas de la coalición hebrea apuntaron que los ataques del conservado­r Likud sirvieron para limar asperezas entre el heterogéne­o bloque de Gobierno. «El hecho de que llegaran finalmente a un acuerdo [para reducir la renovación de la ley tan solo a seis meses], prueba que queremos seguir trabajando juntos y mantener el Gobierno», sostienen esas mismas fuentes.

Desde el centrista Yesh Atid opinaron que «el Likud, que mantuvo paralizado el país durante dos años, priorizó nuevamente sus intereses partidista­s».

La controvert­ida legislació­n es «una herramient­a para garantizar la mayoría judía del Estado»

La bancada opositora amenaza a Bennet: «Escogió ignorarnos y en su lugar están vendiendo la tierra de Israel»

 ??  ?? El «premier» Naftali Bennet, flanqueado por su ministro de Finanzas y el de Justicia, ayer
El «premier» Naftali Bennet, flanqueado por su ministro de Finanzas y el de Justicia, ayer
 ?? EFE ??
EFE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain