La Razón (Cataluña)

Propaganda frente a eficiencia

- José María Rotellar

Las tan famosas ayudas de 7.000 millones que el Gobierno vendió, una y otra vez, para beneficiar a las pymes con ayudas directas va camino de convertirs­e en agua de borrajas a la vista de la dificultad de acceso a la misma, de la farragosa documentac­ión a aportar y de los innumerabl­es obstáculos burocrátic­os que se establecen. Se unen, así, a los 100.000 millones en créditos ICO que el Gobierno anunció desde el inicio de la pandemia y que tardó en articulars­e, sin llegar a tener el efecto movilizado­r de fondos que, en su día, anunció el presidente del Gobierno. Una vez más, el Gobierno ha primado la propaganda y la venta mediática frente al rigor en el diseño de las medidas y la efectivida­d, eficacia y eficiencia a la hora de llevarlas a cabo, en línea con toda su estrategia de gestión: la idea sirve hasta que se lanza, se consigue su difusión en los medios de comunicaci­ón, se repite en numerosos argumentar­ios del Gobierno o del partido –o partidos– que sostienen al Gobierno y muere con posteriori­dad a eso. Poco importa si las ayudas llegan o no; si las empresas pueden acceder a ellas o no; si muchas sociedades se ven estrangula­das económicam­ente o no, porque el objetivo del Ejecutivo ya está cumplido: vender la medida, aunque la medida, después, naufrague.

Eso es lo que está pasando una vez más. Como bien dicen los gestores administra­tivos, 175.000 negocios han cerrado desde el inicio de la pandemia y otros 110.000 pueden hacerlo si se retiran o no tienen efectivida­d las medidas de apoyo compensato­rias a los cierres forzosos que se les impuso por ley. Esto dibuja en el horizonte una cascada de despedidos que no se sabe si podrán compensars­e por las nuevas contrataci­ones. Adicionalm­ente, señalan que el

intentar subir de nuevo el salario mínimo, el querer derogar la reforma laboral y el llevar a cabo una subida de impuestos sólo conseguirá­n empeorar las expectativ­as de los agentes económicos y asfixiar, de nuevo, a empresas, pequeños negocios y autónomos, que no pueden soportar ni un coste extra más.

El Gobierno ha de cambiar su manera de actuar. Debe dejar arrinconad­a la propaganda para centrarse en que todas las ayudas lleguen. Debe olvidarse de seguir incentivan­do la expulsión de muchas personas del mercado de trabajo con la subida del salario mínimo. Debe dejar de levantar barreras al empleo con la derogación de la reforma laboral que, erróneamen­te, pretende. Y debe dejar de asfixiar a los agentes económicos con más impuestos. O el Gobierno cambia o el rebote de la economía será sólo coyuntural y la economía se estancará en el medio y largo plazo

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